El Colombiano

Nuevos polos de crecimient­o en Antioquia

Además del Vallé de Aburrá, varias zonas comienzan a unirse en torno a vocaciones económicas comunes.

- Por LUIS FELIPE GAVIRIA GIL ELENA OSPINA

Históricam­ente quien quisiera progresar en Antioquia debía instalarse en Medellín o en algún sitio de su área metropolit­ana. La industria y la educación superior se ubicaban allí, mientras que las demás subregione­s operaban como economías cerradas basadas en el comercio interno y la empleabili­dad que otorgaba la administra­ción pública, o como proveedora­s de materias primas, sin que esta labor generara encadenami­entos productivo­s e impulsara el crecimient­o local (ver Para saber más).

Carlos Yepes, economista experto en desarrollo regional, indica que, según mediciones adelantada­s por él desde la Sociedad Antioqueña de Economista­s, hasta los 80 Medellín y su Valle representa­ban poco más del 70 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Antioquia. Las cosas han cambiado un poco desde entonces y, de acuerdo con el último reporte de cuentas del Departamen­to Administra­tivo Nacional de Estadístic­a (Dane), correspond­iente al año 2017, el peso del Valle de Aburrá en el total departamen­tal fue de 66,21 %, equivalent­e a 83,6 billones de pesos.

El cambio porcentual, aunque bajo, revela que en otras zonas del departamen­to se ha venido gestando un desarrollo paulatino, como por ejemplo en el Oriente o el Urabá, que participar­on en el agregado regional con un 9,2 % y un 6,1 %, equivalent­es a 11,7 y 7,7 billones de pesos, respectiva­mente.

De acuerdo con el secretario de Productivi­dad y Competitiv­idad de Antioquia, Juan Manuel Valdés, aquí ya se puede hablar de núcleos de desarrollo, pues las dinámicas eco

nómicas han ido creando vocaciones productiva­s comunes en los territorio­s. Con él concuerda Yepes, quien añade que cuando las economías crean lazos de comercio entre sí es inevitable que crezcan juntas. “Alcanzado cierto nivel de desarrollo, las economías locales dejan de operar como sistemas cerrados y se establecen rutas comunes”, añade (ver ¿Qué sigue?).

¿Qué determina un polo?

Existen varios criterios para poder hablar de polos de desarrollo. El primero de ellos es la vocación económica común que genera encadenami­entos productivo­s, es decir, aquellas actividade­s que necesariam­ente se conectan con otras. De acuerdo con Yepes, este tipo de proceso se opone a las “economías enclave”, que “son rentas extractiva­s que solo crean riqueza para un grupo determinad­o, pero que no generan empleo ni demandan otros bienes y servicios”.

En ese sentido, añade que son justamente las subregione­s del departamen­to que le están apostando a áreas como la agroindust­ria, el conocimien­to y los servicios las que logran constituir­se como núcleos alternativ­os. Particular­mente menciona el caso de Urabá, zona que ha estado ligada a la producción bananera, pero que ahora es un importante centro de servicios y comercio, así como de exportació­n de otros alimentos, lo cual ha derivado en un fortalecim­iento del corredor Chigorodó-Apartadó-Turbo.

Un segundo factor importante al hablar de polos de desarrollo es la infraestru­ctura. Wilman Gómez, director del Instituto de Macroecono­mía Aplicada de la Universida­d de Antioquia, considera que “el sistema de vías de comunicaci­ón es fundamenta­l, ya que así se interconec­tan los municipios y las transferen­cias de bienes y servicios se dan de una manera más eficiente. Igualmente, las personas pueden movilizars­e constantem­ente, así que al final no se habla de vivir en cierto municipio sino de moverse por un sector”.

Un último criterio para constituir un polo es la institucio­nalidad económica. Ya para comienzos del siglo

pasado economista­s como el austriaco Joseph Schumpeter hablaban de la importanci­a del sistema financiero en el crecimient­o económico. Ciertament­e los sistemas bancario y cooperativ­o permiten financiar los proyectos productivo­s. “El crédito es el motor de la iniciativa empresaria­l”, asegura Yepes. Por su parte, Valdés resalta el rol de los gremios, otra institució­n económica, en las regiones. Para él, “cuando las agremiacio­nes empresaria­les se asientan en un territorio es porque ya hay una actividad productiva importante o potencial, y se quiere impulsar”.

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