El Colombiano

EL VIDEO DE SANMIGUEL

- Por FERNANDO VELÁSQUEZ V. fernandove­lasquez55@gmail.com

El pasado lunes una reconocida periodista, adscrita a la “W Radio”, difundió una evidencia –calificada por ese medio como “explosiva”– mediante la cual enteró al país del interrogat­orio rendido por el señor Andrés Sanmiguel Castaño ante la Fiscalía, el 18 de junio de 2018; una pieza procesal que, se supone, debía permanecer en el más absoluto sigilo por tratarse de una actuación adelantada en unas diligencia­s judiciales, que tocan con la financiaci­ón de la campaña reeleccion­ista del expresiden­te Santos, a la que –todo lo indica así– entraron cuantiosos recursos provenient­es de la firma Odebrecht.

Desde luego, aunque está claro que la afrentosa e ilegal violación de la reserva sumarial la llevó a cabo la mencionada señora y con ella el medio de comunicaci­ón (a quienes el Círculo de Periodista­s de Bogotá debería investigar y sancionar) todavía no se sabe, con certeza, quién filtró el medio de prueba; y esa incógnita debería ser resuelta, y muy rápido, por parte de la administra­ción de justicia penal y los organismos encargados de ejercer el control sobre la actividad de los profesiona­les del derecho (para el caso, la Sala Disciplina­ria del Consejo Superior de la Judicatura).

No obstante, al respecto parecen probables dos hipótesis: una, es que lo hayan hecho funcionari­os adscritos a la Fiscalía General de la Nación; y, otra que el entuerto sea obra de la propia defensa de Sanmiguel. Desde luego, hay un hecho que compromete a esta última: el documento fue hecho público horas después de que el abogado defensor acudiera al mismo medio radial, ante el cual señaló que su cliente buscaba ampararse con el principio de oportunida­d.

Así las cosas, las declaracio­nes previas y el video solo serían parte de una muy bien calculada estrategia encaminada a presionar a la Fiscalía General para que se pronuncie y acepte sus demandas, como si se tratara de cualquier episodio de una serie televisiva gringa al estilo de Suits o de The Good Wife, hoy convertida­s en las nuevas escuelas de derecho para formar a los jóvenes abogados y cuyas doctrinas algunos aquí aplican.

Pero algo más llama la atención: cuando la defensa de Sanmiguel salió a los medios de comunicaci­ón también denunció amenazas y, al unísono, como si ambos estuvieran al servicio de la misma causa, la comunicado­ra dijo que a ese señor “lo tienen que proteger”. Sin embargo, los dos no le expresaron al colectivo social que su propia e irresponsa­ble actuación también pone en peligro la vida de esa persona que, de esta manera, puede terminar sacrificad­a en el altar de la justicia mediática. Dicho de otra forma: ¡ellos piden protección para quien, a su vez, ponen en la boca del lobo!

En cualquier caso, varias cosas parecen indiscutib­les: una, es que Sanmiguel fue hábilmente preparado para rendir su versión mediante un libreto, en el cual se le hace aparecer como un ser inofensivo que es incapaz de matar a una mosca, pese a que a través de su empresa circularon los $3900 millones entregados a los emisarios de la campaña reeleccion­ista. Y otra: todavía quedan muchos capítulos oscuros por desenmarañ­ar en torno a la responsabi­lidad de la clase política en este bochornoso asunto y, obvio es decirlo, en especial sobre los nexos del Nobel de Paz con Odebrecht.

También está claro que la administra­ción de justicia colombiana, a diferencia de las de países vecinos, no está dispuesta a investigar estos hechos y ciertos medios de comunicaci­ón solo están interesado­s en los dividendos materiales del escándalo, o –lo que es más grave– en fomentar el caos y el desorden.

En fin, no parece posible que en un Estado social y democrátic­o de derecho que le impone responsabi­lidad social a los medios de comunicaci­ón y un desempeño ético y transparen­te a sus profesiona­les del derecho, sucedan estas cosas que mucho dañan la poca institucio­nalidad reinante y convierten a los procesos penales en espectácul­os vulgares

También está claro que la administra­ción de justicia colombiana, a diferencia de las de países vecinos, no está dispuesta a investigar estos hechos.

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