Los dilemas de escoger carrera
Los estudiantes se enfrentan a una decisión, que en ocasiones, no están listos para tomar.
Cuando a Germán Isaza empezó su camino como universitario lo hizo en la carrera de Trabajo Social, en la Universidad de Antioquia. Tras un par de semestres se dio cuenta de que lo que realmente lo apasionaba era la fotografía.
A la par de sus estudios en la U. de A. tomó su cámara y buscó clases particulares. No se atrevía, condicionado por la presión familiar, de abandonar la universidad y emprender la búsqueda de su real sueño: ser fotógrafo
La historia de Germán no es diferente a la de muchas personas que empiezan una carrera y se dan cuenta de que no es lo suyo. Tras varios semestres de dilatar una decisión definitiva abandonó Trabajo Social y se dedicó de lleno a su pasión: la fotografía.
Un informe del Observatorio de la Universidad Colombiana (universidad.edu.co) de mayo de este año dice que el 50 % de los estudiantes que se matriculan dejan la carrera que iniciaron, aunque no hay datos de cuántos continuan en otros programas académicos. Al año ingresan 500 mil estudiantes a las universidades.
El psicólogo educador Luis Eduardo Cuervo considera, de acuerdo a su experiencia en el Ceipa, anota que “hay quienes llegan con ideas claras de estudiar una carrera y esos serían un 40 % . Aproximadamente un 45 % tiene demasiadas dudas frente a su futura formación, quieren algo pero no están seguros y hasta pueden tener varias opciones y el 15 % restante llegan muy perdidos”, dice.
El hecho de escoger una carrera es algo que debe ser manejado de manera seria, es lo que un joven va a estar estudiando en los próximos cinco años de su vida y en lo que se desempeñará el resto de esta. No es algo temporal sino que va más allá.
¿Por qué sucede?
Sara Moreno,
coordinadora de apoyo sicosocial y aprendizaje del Departamento de Desarrollo Estudiantil de la Universidad Eafit, ha identificado tres razones por las que esa decisión, para muchos estudiantes, es todo un dilema. El primer punto tiene que ver con las referencias externas, “familiares que hacen determinada carrera, y a ellos les gusta lo que hacen o les cuentan sus experiencias”. Otra vía tiene que ver con las tendencias del momento en el discurso social en temas como el dinero, el éxito y las necesidades, “ahí llegan los comentarios sobre que se les paga más a determinado tipo de profesional, que tienen más éxitos unos que otros o que en los siguientes años va a ser importante tal profesión”.
Y por último están los imaginarios, “las personas que creen que a un abogado siempre le va muy bien, por dar un ejemplo y se comenta en las familias, entre amigos y eso los jóvenes también lo escuchan”, asegura Moreno. Por otro lado, Sara Zapata
Duque, psicóloga líder en Bienestar Institucional de la Universidad CES, se encuentra con estudiantes que terminan el bachillerato demasiado jóvenes, “estamos hablando de 16 y hasta 15 años” y añade que no es la edad para tomar una decisión de este tipo. “Hay quienes están bien definidos, yo quiero ser médico o veterinario, por ejemplo, pero uno se encuentra a otros que entran a estudiar para probar suerte y hasta se encarretan, pero hay otros muy perdidos. Y tiene mucho que ver con la parte cultural”.
Zapata encuentra, al hablar con estudiantes que apenas van a empezar su formación profesional, que hay padres que influyen en las decisiones, “yo voy a estudiar odontología porque mi mamá me dijo. Hay otros que me dicen que les gusta la medicina por tal serie de televisión, entonces se orientan por decisiones externas o por el afán de recibir una beca y tener que usarla y se meten a estudiar lo que les dijo la tía o simplemente porque no hay que perder la oportunidad”.
Estrategias educativas
En muchos colegios realizan pruebas psicológicas para ubicar a los estudiantes en determinadas disciplinas como humanidades, ciencias sociales, artísticas etc. Cuervo no cree en algunos de estos test y resume la escogencia de una carrera universitaria en dos factores fundamentales, “qué es lo que el joven sabe hacer y qué es lo que le gusta hacer y ambas deben ir de la mano”, dice.
Zapata anota que hoy en día hay test que son más confiables y que incluso van “amarrados” a cinco (como mínimo) sesiones de asesoría, “se revisan los pensum de las carreras, se ven videos y se busca enrutar a los jóvenes en su elección, es que no pueden elegir estudiar medicina porque les gustó Grey’s Anatomy”, cuenta.
Cada universidad tiene sus programas específicos de orientación, para el psicólogo educador es necesaria dicha guía. Natalia
Guzmán, coordinadora de promoción de pregrados de la Universidad Javeriana, indica que hay ocasiones en que es necesaria una prime
“Ahora el tema de escoger carrera es más mediado, antes era más impuesto”. NATALIA GUZMÁN Coordinadora de promoción de pregrados de la U. Javeriana.
ra inmersión a la vida universitaria, “que conozcan el rigor académico, el ambiente universitario y le permita definirse y tomar decisiones con conocimiento de causa. Que sepa cuáles son las reglas del juego, qué hace un artista visual, un abogado, en la vida real. Es abordar con herramientas, pero también buscar los servicios universitarios que hay en todas las universidades”.
La psicóloga líder del CES anota que los semilleros pueden ser otra buena opción, “estos ayudan a enfocar, aunque también hay opciones y solo es cuestión de averiguar. Hay jóve
nes que pueden venir a hacer pasantías al CES, por ejemplo, se meten a una clase de segundo semestre para probar, sin necesidad de estar en un semillero”.
Moreno precisa que hoy en día las universidades hacen también ferias en la que muestran sus programas y “hasta van a los colegios, en algunas instituciones hay programas de orientación vocacional, incluso desde noveno, hacen asesorías individuales”.
El papel de la familia
Hay de casos a casos, afirman los especialistas.
“En lo que he podido ver, para los jóvenes, los padres no tienen la verdad absoluta ni la decisión final, sí son indicadores importantes porque aportan para la educación, pero también se trabaja con ellos desde las universidades”, cuenta Guzmán. Para el psicólogo educador del Ceipa hay casos en el que llegan a estudiar por presión familiar, “los papás quieren que estudie tal cosa o en tal lugar. El que inician una carrera porque el papá quiere no lo hará feliz, eso es un hecho”, dice. Duque cuenta que ha conocido estudiantes a quienes familiares les dicen que es mejor hacer carreras conocidas, como medicina o derecho “y ellos ahora tienen otra mirada, son creativos, quieren ser sus propios jefes, quieren montar negocios”. En otros casos les dicen que tal profesión no da plata o que se puede estudiar “a distancia” entonces que escojan otra cosa. No quiere decir que sus opiniones no sean válidas, pero sí que también se informen de cómo están las tendencias en educación y no se queden con un aspecto generacional. Los tiempos han cambiado y pareciera que tomar una decisión así se ha tornado más difícil, “es un mundo en el que están bombardeados de información y más inmediata aún, cada vez salen cosas nuevas, es otra generación”, concluye Guzmán. Si tiene cerca a un joven que no ha tomado la decisión, no lo presione porque, como afirman los especialistas, no todos están capacitados para la educación superior, habrá quien no quiera, puede hacer una técnica o ser emprendedor