Hay que formular una política integral de movilidad
Con todo lo que falta, los avances de Medellín en el siglo XXI en modos e integración de la movilidad la convirtieron en referente en desarrollo; su apuesta por infraestructura, gestión eléctrica, sostenible y activa es acertada. Sin embargo, los fenómenos demográficos propios y de los territorios integrados en el Aburrá le determinan crecientes y complejos retos al alcalde 2020-2023, y a la autoridad de transporte para el Área Metropolitana. La movilidad debe garantizarse de forma saludable, segura, sinérgica, sostenible y supralocal. Para esto, primero que todo, es responsable nombrar perso
nas formadas al más alto nivel, experimentadas en el asunto, capaces de formular la inaplazable política integral de movilidad, con su plan a corto, medio y largo plazo. Sin esto, el rezago ante las crecientes necesidades diagnosticadas no podrá superarse jamás. Segundo, corresponde al alcalde liderar la gestión proactiva y evaluable de condiciones de congestión, contaminación y riesgo vial, respetando las metas globales de reducción de lesiones fatales de las Naciones Unidas. Tales condiciones inciden en el nivel de bienestar, productividad, competitividad y calidad de vida. Tercero, en el marco de la mencionada política integral y su plan de implementación, la ciudad necesita ejercer verdadera autoridad a la luz de normas vigentes, directamente o asistida con tecnología –por impopular que sea políticamente– para regular con eficacia el comportamiento de algunos actores viales sin conciencia, buscando sistemática e incansablemente pasar del discurso al resultado en desestimular la dependencia del motor, en pro de una ciudad más respetuosa, silenciosa y agradable para todas y todos quienes optan por moverse activa y sosteniblemente.