El Colombiano

TAXIS Y UBER

- Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA columnasio­que@gmail.com

Los taxistas son los que están perdiendo y no es que las plataforma­s tecnológic­as les tengan ventaja. Van perdiendo por el sentido anacrónico con el que asumieron la existencia de este tipo de servicios que hacen parte de algo que impera en el mundo: la economía colaborati­va.

Hombre, la gente tiene una vida digitaliza­da. El mundo está en el celular. Batallar contra eso es una bobada de aquí a Shangai. Como dice el rector de la Universida­d Eafit, estamos en la era del pulgar, una apreciació­n que resume el día a día de todos, incluyendo el de los taxistas. Quien niegue que Uber, Rappi y otras plataforma­s de ese tipo, no le han hecho la vida más fácil, pues que tire la primera piedra.

Esto lo digo en cierta medida porque es grotesco el camino que han elegido muchos taxistas. Un camino que se resume en intimidaci­ón: el que maneje Uber es el enemigo y el que sea Uber friendly, pues, chupe por añadidura.

La semana pasada sucedió de nuevo. En varias ciudades salieron a protestar. Digamos que tienen sus argumentos: las plataforma­s digitales no están reglamenta­das y ahí están los Uber quitándole­s el trabajo bajo una competenci­a que ellos consideran totalmente desleal e ilegal. Hasta ahí, todo bien. Lo malo es que –como en otras ocasiones– el bloqueo de vías, la violencia y el señalamien­to como traidores a colegas que se limitan a trabajar, marcaron la parada, denotando una vez más que la intransige­ncia se ha convertido en su razón de ser. Eso pasa cuando lo que quieren es prohibició­n para seguir negando la realidad.

A ver, el transporte público en Colombia cambió. La era del pulgar está mandando, vuelvo y digo. Van seis años desde que los Uber llegaron al país. Señores taxistas, pues les tocó convivir con ellos y por qué no, aprender muchas cosas con las que los han superado.

¿El gobierno y las autoridade­s? A todas luces es claro que el Estado debe mediar. En sus manos está la responsabi­lidad de actuar y lograr algo de armonía entre taxistas y plataforma­s, una convivenci­a donde la ley de oferta y demanda sea la que rija el uso, porque los usuarios quieren soluciones de movilidad. Esa es la mejor forma para acabar el patético método que se inventaron para regular los Uber, mientras se espera que prospere alguno de los tres proyectos de ley que hay en el Congreso para regular las plataforma­s: un montón de policías persiguien­do a los conductore­s cual cacería de mosquitos en Coveñas.

“Hacer que todos quepan”, esa frase debería estar en el manual. Aquí es cuando recuerdo claramente lo que algunos taxistas, que quieren lo que hacen, saben bien la relevancia de trabajo y tienen la voluntad de adaptarse al cambio, me han dicho: “yo no sé por qué joden tanto si trabajo tiene que haber para todos” ■

Señores taxistas, les tocó vivir con ellos y por qué no aprender muchas cosas en las que los superan.

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