LOS FARISEOS DEL ECOLOGISMO
Cuanto más avanzamos, más consumimos. Por desgracia, es un hecho que aún no hemos logrado la cuadratura del círculo: crecer y avanzar sin generar daños colaterales en nuestra casa, la Tierra. Toda la vida he escuchado a mi muy querida madre –Tita para ustedes, que son familia– entonar como una salmodia aquella letanía de que «no es más rico quien más tiene sino el que menos necesita». Una verdad como un templo, sabiduría materna digna de libro de citas, que la lógica capitalista ha ahogado en su voraz desempeño. Los gobiernos se desgañitan a diario vendiéndonos crecepelos y fruslerías como la llamada «economía circular», una patraña que funcionaría si los propios políticos predicaran con el ejemplo. Y ya que estamos, déjenme ponerles algunos.
Mientras el actual gobierno socialista (en funciones) de España, en la misma onda que el resto de charlatanes del continente, nos vende el cuento de que trabaja para implementar esa economía donde se reduce la entrada de materiales de nuevo cuño y la producción de desechos vírgenes, lo cierto es que acabo de tirar al contenedor de reciclaje –a la basura, vaya– no menos de veinte libros de texto de mi hijo que no le sirven a su hermana, tres cursos por debajo. Por lo visto, la fotosíntesis de las plantas ha cambiado una barbaridad en los últimos tres años. Debe ser por efecto del cambio climático. Y los países y sus capitales han cambiado de repente sin previo aviso. Todo para vender más libros y alimentar la farsa de la «economía circular». Otro buen ejemplo es el de la ministra de Transición Ecológica de mi querida España. A la ministra, muy «eco» ella, se le llena la boca con el rollo de la electrificación, la descarbonización y la persecución a los vehículos de combustión, especialmente al diésel, menos contaminantes que los de gasolina, pero objeto de su ira, vaya usted a saber por qué. Pues bien, resulta que la señora ministra tiene dos automóviles registrados a su nombre. ¿Eléctricos? ¿Híbridos? ¿Con condensadores de fluzo? No, señor. Muy, pero muy contaminantes. De gasóleo y más viejos que la tiza. La hipocresía hecha ministra.
Todos estos buhoneros que nos venden el progreso «verde» deberían predicar con el ejemplo. Y, sobre todo, contar la verdad. Como que, pese al proceso de electrificación global, el consumo global de petróleo crecerá el próximo año un 1,14 %, hasta los 101,01 millones de barriles diarios (mbd), superando así por primera vez la barrera de los 100 millones de barriles al día. Los «culpables» no son otros que las economías emergentes, con India y China a la cabeza, según las estimaciones del cártel petrolero de la OPEP. En concreto, la demanda de petróleo de EE. UU. aumentará un 0,7 % en 2020, hasta 21,10 mbd, mientras que en Europa disminuirá un 0,21 %, hasta 14,26 mbd. Por contra, el consumo de crudo crecerá un 3,54 % el año que viene en India (hasta 5,10 mbd), y un 2,45 % en China (hasta 13,38 mbd). Así que, a pesar de que la demanda de electricidad aumentará un 62 %, según la Agencia Internacional de la Energía, lo que triplicará la capacidad de generación hasta 2050, la dependencia del petróleo y del gas no sólo no disminuirá, sino que seguirá avanzando. Y es que, para tener una tecnología de respaldo de la red eléctrica que cubra la demanda cuando no hay viento, agua o sol hay que quemar lo que sea: uranio, carbón, petróleo o gas.
Esa es la incómoda verdad que callan los fariseos del ecologismo. Como que para fabricar baterías que acumulen energía «verde» hay que raspar la tierra hasta dejarla yerma, lo que libera CO2 a manos llenas hasta que esas brechas vuelvan a cubrirse. Lo que me recuerda otro dicho del repertorio materno: «Una cosa es predicar y otra dar trigo»
Los gobiernos se desgañitan a diario vendiéndonos fruslerías como la llamada «economía circular».
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