Infiltrar redes ilegales, no que ellas infiltren al Estado
Los resultados de investigación y estudios de opinión evidencian que la (in)seguridad es uno de los problemas que más aqueja a Medellín. Aunque la actual administración enarboló en su momento la bandera de la seguridad, e implementó un modelo asociado más a la imagen del alcalde como el primer policía de la ciudad y a las capturas de los supuestos cabecillas de las “principales estructuras”, el problema continúa y considero que los desafíos para el próximo gobernante serán: Primero, cambiar el enfoque del delito. El crimen contemporáneo es transnacional, opera en red y no en
estructuras piramidales. Esto implica que es necesario identificar los principales nodos de redes criminales: organizadores, aislantes, comunicadores, guardianes, promotores, supervisores y los híbridos. Por lo general, los organismos del Estado solo logran capturar e identificar a los guardianes que se encargan de la seguridad de la red, o a los promotores encargados de las negociaciones que garantizan ganancias. De acuerdo a lo anterior, el segundo desafío es aumentar capacidades de inteligencia e infiltración del Estado en las redes criminales (no al revés). Esto permitiría identificar los nodos híbridos, aquellos personajes grises que están al tiempo en la legalidad (sectores económicos y políticos) y en la ilegalidad, que se encargan de facilitar los delitos e infiltran y cooptan al Estado. Una seguridad urbana con alta capacidad en inteligencia, también permitiría identificar los núcleos de la red, aquellos cerebros del delito que se mantienen en la penumbra. Finalmente, otros desafíos son: romper el paradigma de asociar delito pobreza; y, generar una mayor articulación con organismos del orden nacional e internacional para atacar las redes de lavado de activos en la ciudad.