El Colombiano

JUGANDO CON FUEGO

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

La desacelera­ción global ha comenzado a cobrar víctimas y China resulta ser una de ellas. El crecimient­o de su actividad económica acusó, en el trimestre pasado, la más importante caída en 27 años. Si el año pasado entero las cifras oficiales mostraron ya un crecimient­o bajo del PIB que se ubicaba en 6,6 %, el segundo trimestre de este año se llevó la palma con solo 6,2 % de expansión.

La amenaza de la continuaci­ón de la guerra comercial con los Estados Unidos ha forzado a las autoridade­s chinas a tomar dos tipos de medidas, unas de carácter estructura­l y otras de estímulo a las actividade­s económicas susceptibl­es de ser golpeadas por los altos aranceles aún en vigor y a otras actividade­s afectadas por el frenazo mundial, aunque Pekín aún no se anima a reconocer abiertamen­te el alto costo que ha estado pagando por mantener los desencuent­ros comerciale­s con la primera potencia planetaria. El Politburó ha asegurado que nada nuevo está ocurriendo que no haya sido previsto por sus expertos en políticas económicas, quienes habían diseñado medidas para que la expansión de PIB, aun en medio de la disputa con los Estados Unidos, no baje del 6 %. Se sienten, pues, satisfecho­s de encontrars­e aún dentro de la meta.

La presión social y fiscal para sus empresas ha sido disminuida y han obligado a los bancos a mejorar y aumentar el soporte financiero a las pequeñas compañías. Los recortes fiscales a los contribuye­ntes han llegado hasta casi 300.000 millones de dólares en el país y los gobiernos locales han emitido deuda por una cantidad similar para promover la construcci­ón de infraestru­ctura. El fin que persiguen es el de aislar a China de los efectos de la guerra comercial, lo que podrían parcialmen­te lograr dado el tamaño de su economía.

Los expertos independie­ntes aseguran que los efectos sobre la economía china pueden ser, en la realidad, muy superiores a lo que los líderes en Beijing están dispuestos s reconocer.

De hecho, Donald Trump, dentro de su particular y cáustico estilo no celebra el descalabro acusado por la economía de su contendor, pero no deja de alertar sobre el nefasto efecto que la falta de un convenimie­nto tendría para la gran nación asiática. Una vez anunciados oficialmen­te los datos de la desacelera­ción china, el presidente norteameri­cano se ha referido a “los millares de empresas abandonand­o China como consecuenc­ia de los efectos anticipabl­es de la imposición de tarifas a sus importacio­nes a Estados Unidos” y ha querido dejar claro que esa es la razón por la cual se estarían sentando de nuevo en la mesa de negociació­n luego de la presente tregua.

Pero en este caso igualmente, quienes observan los desencuent­ros desde la distancia no consideran que el jefe del gobierno estadounid­ense tiene razones para celebrar. También a la economía americana las medidas mundiales de salvaguard­a pueden causar estragos. Nadie en el mundo se salvaría de un aterrizaje forzoso del gigante de Asia y los Estados Unidos recibirían su cuota de consecuenc­ias incluyendo menor demanda mundial para los bienes y servicios exportable­s desde Estados Unidos y la volatilida­d financiera que podrían provocar las economías emergentes impactadas por la fricción entre los dos titanes.

El FMI se ha adelantado a vaticinar lo que la disputa representa­ría para los Estados Unidos, en el caso de no ser resuelta. El efecto sobre el consumidor norteameri­cano y sobre la confianza en los negocios, unido a la reacción negativa de los mercados financiero­s posiblemen­te representa­ría un recorte de por lo menos 0,9 % en su expectativ­a de crecimient­o anual.

En todo caso, de cara a estos previsible­s desacomodo­s, lo menos que puede decirse es que las dos primeras potencias están jugando con fuego ■

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