NUESTRA FUERZA AÉREA
Hace cien años fue creada la Fuerza Aérea Colombiana –FAC– por el presidente antioqueño
Marco Fidel Suárez. Aniversario que se celebró el sábado anterior en las instalaciones del Comando Aéreo de Combate –Cacom 5– en Rionegro. Una celebración sobria, con la presencia de los comandantes de todas las fuerzas armadas, Fuerza Aérea, Ejército, Marina, Policía, además de la Fiscalía, presidencia de la Corte Suprema, presidente del Congreso y, la figura central, el señor Presidente de la República, Iván Duque Márquez. La asistencia, la actitud de los presentes, los aplausos, me convencen cada vez más de que Colombia quiere y agradece a sus Fuerzas Armadas y, en especial, a la Fuerza Aérea. En ese caso, pensaba yo, qué tal que las dejaran actuar, qué tal que en el anterior gobierno, el de Juanpa –como le gusta que le digamos– les hubieran permitido el cumplimiento del deber sin cortapisas.
Por fortuna esto ha cambiado para bien. El presidente Duque tiene los pantalones más bien puestos que su antecesor. El ministro de Defensa ha dado muestras de cambiar las cosas a pesar de las críticas. “A los colombianos no les gusta que se les diga la verdad”, decía con gracia pero con inmensa sabiduría. Aquí hay que mentir para darle gusto a la gente. Se acostumbraron a los ocho años anteriores llenos de mentiras, de promesas incumplidas, de espejitos deslumbrantes en sus viajes al exterior.
Necesitamos que se crea en la verdad, en la opinión de los conocedores de los temas. Colombia necesita que se les crea a quienes de verdad saben los asuntos importantes. Los expertos han dicho, han mostrado con argumentos científicos y experimentales, que el glifosato no es dañino para la salud. La gente no cree o, mejor, los que deben tomar decisiones como las altas cortes, les hacen más caso a los interesados en proteger los cultivos ilícitos, que a quienes de verdad saben del tema. Así es la Colombia que nos dejaron.
Volvamos a la celebración de los cien años de la Fuerza Aérea. Fue adornada con el festival aéreo que resultó inmejorable. Unas demostraciones de habilidad y profesionalismo de los pilotos norteamericanos que vinieron a la celebración con sus aviones Thunderbirds. Pruebas arriesgadas que levantaron el entusiasmo y los aplausos de unos asistentes agradecidos por el obsequio de su presencia y su profesionalismo. Y qué decir de los nuestros, de los pilotos de los helicópteros Arpía, maniobras arriesgadas que sólo se ven en Colombia con sus pilotos que bien conocen esas naves y que hasta han hecho reformas que fueron aceptadas y copiadas por los fabricantes. Vayan nuestras felicitaciones por estos cien años de sacrificios por los colombianos.
No puedo quedarme sin manifestar el dolor que me ha causado la muerte de un gran colombiano. El doctor Enrique
Gómez Hurtado nos dejó de cuerpo, pero su pensamiento y obras perduran. Fue mi compañero de curul en el Senado de la República y, allí, recibí sus consejos y enseñanzas. Que Dios lo premie como su buen aliado que fue en la tierra
Los aplausos en su aniversario, me convencen cada vez más de que Colombia quiere y agradece a sus Fuerzas Armadas y, en especial, a la Fuerza Aérea.