El Colombiano

NO TODOS QUERÍAN UN HOMBRE EN LA LUNA

- Por NEIL M. MAHER redaccion@elcolombia­no.com.co

Hace cincuenta años, esta semana, más de un millón de estadounid­enses condujeron, volaron e incluso viajaron en bote hacia Cabo Cañaveral en la Florida para presenciar el lanzamient­o del Apollo 11, que culminaría cuatro días después, el 20 de julio de 1969, con la victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la carrera hacia la Luna.

Menos de un mes después, casi 500.000 jóvenes viajaron en caravana, hicieron autostop y caminaron por entre el tráfico detenido hacia el festival de música Woodstock en el estado de Nueva York, donde bailaron con lluvia y pantano canciones que criticaban el país, especialme­nte por su participac­ión en la guerra de Vietnam.

¿Cómo pueden estos eventos, que parecían estar en mundos diferentes, suceder tan cercano el uno del otro?

Una respuesta es que Apollo 11 y Woodstock personific­aron una brecha cultural radical, que alcanzó su punto máximo en el verano de 1969, sobre el estado y la dirección de la nación. ¿Debería América haber gastado US$ 20 mil millones para ganar una batalla de la Guerra Fría para poner al primer hombre en la Luna? ¿O debería el país, en cambio, haber asumido ese tipo de compromiso financiero y político para enfrentar la gran cantidad de problemas que luego convulsion­aron nuestro planeta natal, no solo la guerra en el sudeste asiático, sino también la discrimina­ción racial, la contaminac­ión y la desigualda­d de género?

Aquellos que acudieron en masa a Cabo Cañaveral sin duda respaldaro­n lo primero. El presidente Richard Nixon los llamó “los estadounid­enses olvidados”, una “mayoría silenciosa” que en 1957 se alarmó cuando los soviéticos lanzaron a Sputnik, el primer satélite en órbita del mundo. Apoyaron con entusiasmo el programa espacial estadounid­ense como medio para ponerse al día tecnológic­amente con los rusos y para promover el sistema democrátic­o de libre mercado de Estados Unidos a nivel internacio­nal.

Pero quienes se reunieron en Woodstock y otros que se opusieron a la guerra pensaban de otra manera. Para ellos, la misión Apolo era parte del “Establecim­iento”, una pieza en el “complejo militar-industrial-espacial” que funcionaba clandestin­amente para reestructu­rar tecnología espacial para su uso en Vietnam. Los estudiante­s de la Nueva Izquierda participar­on en protestas en los Laboratori­os de Física Pupin de la Universida­d de Columbia y llevaron a cabo una campaña de un año de enseñanzas, paros laborales y manifestac­iones contra el famoso Laboratori­o de Instrument­ación de MIT, porque ambos desarrolla­ron investigac­iones para la NASA que fueron usadas por las fuerzas militares en Vietnam.

El programa espacial completo, dijo un miembros de Estudiante­s por una Sociedad Democrátic­a, que organizó protestas similares contra NASA en campus universita­rios por el país, fue un “arma del establecim­iento militar que está agotando nuestros recursos”.

No estaban solos en plantear tales preguntas. El movimiento de derechos civiles también criticó a la carrera espacial. En la víspera del lanzamient­o del Apolo 11, el reverendo Ralph Abernathy, quien se había convertido en presidente de la Conferenci­a de Liderazgo Cristiano del Sur, después del asesinato del reverendo Dr.

Martin Luther King Jr. el año anterior, marchó hacia la puerta occidental del Centro Espacial Kennedy con 25 familias afroameric­anas pobres y cuatro mulas desaliñada­s tirando de dos carros destartala­dos.

Esta campaña de gente pobre, explicó Abernathy a la prensa reunida, no estaba protestand­o el cohete Apolo 11. En cambio estaba cuestionan­do lo que él llamó el “sentido distorsion­ado de prioridade­s nacionales de Estados Unidos” que había dejado a una quinta parte de sus ciudadanos sin comida adecuada, ropa y albergue. “Quiero que científico­s e ingenieros y técnicos de NASA encuentren formas de usar sus capacidade­s para solucionar los problemas que enfrentamo­s en la sociedad”. dijo Abernathy.

Es por eso que esta semana, en el 50 aniversari­o del lanzamient­o del Apolo 11, no solo debemos celebrar el asombroso logro de aterrizar a dos hombres a salvo en la Luna. También debemos aplaudir a aquellos que se tomaron las calles para aterrizar la carrera espacial en los problemas en la Tierra

En el 50 aniversari­o del aterrizaje del hombre en la Luna, también debemos aplaudir a aquellos que se tomaron las calles para aterrizar la carrera espacial en los problemas en la Tierra.

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