El Colombiano

SOBRE EXVOTOS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Milagro, palabra que viene del latín miraculum y se traduce como admirarse o mirar un hecho con asombro y tiene que ver con asuntos prodigioso­s que rompen con las leyes naturales; algo que Baruj

Spinoza no quiso aceptar y negó con argumentos contundent­es (peligrosos), lo que lo situó en calidad de hereje, excomulgad­o y sujeto de quema de su Tratado Teológico-político, el único libro que escribió completo y hoy sirve, no sé si milagrosam­ente, como base para el análisis de los acontecimi­entos que se cuentan en la Biblia. Pero volvamos a la estación Milagro, a la que llegan los que piden (los más), los que agradecen (los menos), los incrédulos y los crédulos, los expertos en el fenómeno UFO (si es que se puede ser experto en algo que no existe), los buscadores de diablos y los entendidos en canonizaci­ones y santificac­iones. Y sea como sea, sin importar mucho la clientela, donde se da un milagro aparecen las peregrinac­iones, los rituales y los exvotos, esas ofrendas que colocan al lado del santo, la Virgen, el patriarca, la reliquia o dios que lo produjo, para que haya memoria y repercusió­n del hecho.

Por estos días un amigo, el psicólogo Darío Castro García, me regaló un exvoto mexicano, pintado en una lata, que dice: “Pancrasia Gonzales pone este retablo con mucho fervor a San Antoño dándole infinitas grasias de que le concedió que pudo conseguir un marido y está muy contenta ya que la mantiene a ella y a sus siete ijos. Puebla 1935” (sic). Luego me envió otros por correo, para que me enterara sobre las devociones de los mexicanos, que son bastantes y acreditan una Virgen propia (la guadalupan­a), así como los mitos de la chingada, los que acompañan a los días de muertos y a personajes como el Chavo del ocho y Cantinflas, que seguro han sido sujetos de exvotos, algunos haciéndole­s reclamos.

Lo anterior explica, en buena parte, lo que sería la cultura latinoamer­icana (Sábato dijo que era imposible que hubiera una), en lo relacionad­o al mundo de los agradecimi­entos y los pedidos, las pequeñas cotidianid­ades y las creencias, el ambiente de los más humildes y el espacio (cada vez más grande) de los que tienen miedo, pues además de los pobres, a los santos y deidades piden nuestros gobiernos, los enredados en corrupción y hasta los pecadores incontinen­tes, a los que les dijeron que hasta lo más horrible se perdona. Hay qué ver lo que hacen los asesores espiritual­es, deteniendo sustos.

Acotación: Que la gente crea y busque milagros, no está mal. A fin de cuentas, en estas tierras se sobrevive saltando, bailando, tirando pelotas al aire en los semáforos, estirando un salario mínimo, resistiend­o malas gestiones, asistiendo al despotismo y la soberbia, subiendo y bajando. Y que pase algo asombroso es posible, luego el exvoto dará cuenta del hecho o despecho

Y sea como sea, sin importar mucho la clientela, donde se da un milagro aparecen las peregrinac­iones, los rituales y los exvotos, esas ofrendas que colocan al lado del santo.

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