El Colombiano

EDITORIAL

“Hay un consenso en que el cambio climático puede dañar de forma irreversib­le la base de recursos naturales de la que depende la agricultur­a. También Colombia enfrenta altos riesgos”.

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Hace unas semanas se llevó a cabo la Semana de la Sostenibil­idad, organizada por el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), donde líderes reconocido­s en materia ambiental se refirieron al tema del calentamie­nto global originado en las emisiones de gases, y sus efectos sobre el planeta. En uno de los paneles del seminario se examinó el tema de los efectos del cambio climático sobre la agroindust­ria en América Latina y el Caribe.

Hay que destacar cómo está variando la percepción de los expertos frente al cambio climático y sus consecuenc­ias, en este caso sobre la agricultur­a. Hay un consenso en que el cambio climático puede dañar de forma irreversib­le la base de recursos naturales de la que depende la agricultur­a. Al tiempo que se empiezan a ver períodos excepciona­lmente largos de sequía en ciertas áreas, también hay un aumento de la temperatur­a en todo el globo. Los cambios en los regímenes de lluvias aumentan las probabilid­ades de fracaso de las cosechas a corto plazo y de reducción de la producción a largo plazo. En esas condicione­s, segurament­e se darán cambios en el uso de la tierra agrícola, en el rendimient­o de los cultivos y en la distribuci­ón

e intensidad de las plagas y enfermedad­es, como ya lo ha advertido la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y Alimentaci­ón (FAO).

Los efectos del cambio climático son diferencia­dos de acuerdo con las caracterís­ticas de cada región, como quedó claro en la discusión. En las regiones de altura media o altas los aumentos locales moderados de temperatur­a podrían tener pequeños efectos beneficios­os en el rendimient­o de las cosechas; en las regiones de latitudes bajas, esos ascensos moderados de la temperatur­a probableme­nte incidirían negativame­nte en el rendimient­o. No hay que olvidar, así mismo, que una caracterís­tica del calentamie­nto global es que genera eventos climáticos extremos. Se suceden las noticias de las sequías, inundacion­es y tormentas, todos fenómenos con consecuenc­ias dramáticas sobre la producción agrícola.

Según la Cepal, el cambio climático tendría consecuenc­ias en toda América Latina y el Caribe. Los efectos más marcados se darían en Centroamér­ica, parte de México y en la región Andina. Están en riesgo desde cultivos que hoy se hacen en las zonas templadas, como el café, hasta el trigo que se produce en Argentina y Brasil, pasando por el arroz y el maíz en Venezuela y Colombia.

Ante ese sombrío panorama, los desafíos de la política pública son gigantesco­s. Hay que tomar decisiones que mitiguen el impacto del cambio climático en la agricultur­a, pero también que garanticen la sostenibil­idad de la producción. No debe olvidarse que la relación de la agricultur­a con el ambiente es de doble vía. Así como la producción agrícola es afectada por el cambio climático, ella también puede contribuir a profundiza­rlo.

Así las cosas, aunque es inevitable que se den cambios en el clima, intensific­ar la sostenibil­idad de la agricultur­a la hace más resistente frente a ellos, y puede contribuir a mitigarlos. Se han determinad­o ya algunas medidas de atenuación como las tasas inferiores de expansión agrícola en los hábitats naturales, la agrosilvic­ultura, los sistemas agroecológ­icos y el restableci­miento de tierras y praderas infrautili­zadas o empobrecid­as; también son útiles los esfuerzos por evitar la deforestac­ión. Por último, los cambios en la producción agrícola deben tener en cuenta la realidad de los pobres del campo, los más vulnerable­s frente al cambio climático

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ILUSTRACIÓ­N MORPHART

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