GRATITUD
Mientras el taxi en el que íbamos los tres, avanzaba, vi a lo lejos la imagen del hombre que a esa hora de la noche y en medio de la soledad de lo que parecía ser la escena de un cuadro de Edward Hopper, se desvanecía y caía de la acera al pavimento como si fuese una hoja de papel, su muleta se dobló y con ella su cuerpo, el carro avanzó y la señal luminosa del semáforo marcó un pare intensamente rojo con la alerta que antecede la posibilidad de la hecatombe, desde la distancia y la altura que nos daba el vehículo lo miramos yacente, las convulsiones evidenciaban su malestar, en segundos que a mi me parecieron la antesala del fin, apareció un enjambre de motociclistas, dos mujeres transeúntes y nuestro conductor, que descendió del carro mientras los de adentro sollozábamos paralizados la indefensión del viejo. Manos amorosas lo auxiliaron, el ataque pasó, diligentes lo sentaron, se le atendió, mimó y se revisaron sus drogas, dónde estaba su familia, en casa, creo que dijo, recayó porque no tenía los 6.800 pesos que vale la droga que no le entregaron, la mano de alguno le puso 10.000 en su bolsillo, se le acompañó y ya tranquilo y estable reinició su marcha, lo devoró la noche, pero antes agradeció a todos. La próxima luz verde anunció el final de la escena. En el gesto y la actitud amable de tantos quedó demostrado que cuando los pensamientos en colectivo anteceden al individual, parecemos una sociedad hermosa, solidaria y grata.
Veníamos de presenciar el que debía ser el más digno homenaje a la diseñadora que logró el milagro de que los ojos del mundo de la moda se posaran en el lado creativo de este país, homenaje no fue, lo que no debe suceder en un evento de ese nivel, se dio como fruta en cosecha, un calor de pesadilla bañaba la escena, ingresar fue molesto … a la arritmia de las modelos se sumó la inexactitud de la música, la incomodidad del espacio y unas luces cegadoras, los restos secos de miles de hojas evocaban la estación equívoca del año … menos mal había producto, al final, sin despedirnos, salimos a la plaza Botero aún desierta, unos grupos de policías conversaban como evitando la noche, mientras tanto las trabajadoras sexuales acechaban a su potencial clientela para felaciones a quince de mil. ¡Taxi! Salimos de allí, huíamos de aquel escenario de oropel, en el que los egos de tantos querían brillar más que el bronce de las monumentales esculturas de esa plaza.
Nadie dijo nada, llegamos a nuestro destino, entré a mi casa y recordé un mantra que repetimos mil veces en Inexmoda, mientras creíamos que era posible cambiar la espantosa realidad que nos aplastaba en aquellos años 90 … juntos es mejor , apagué la luz, cerré los ojos y pensé en Roque Ospina, Clara Echeverri y Alicia Mejía que acompañados por Guillermo Valencia que presidía la junta, se enfrentaron al escepticismo y la incertidumbre, les agradecí en silencio lo que hicieron por tantos y pensé en lo poco que los mencionaron esta semana, la gratitud escasea
Cuando los pensamientos en colectivo anteceden al individual, parecemos una sociedad hermosa, solidaria y grata.