Egan trae nuevos desafíos al ciclismo nacional tras el Tour.
El título del Tour pone a prueba la capacidad de asimilación de Egan y de gestión del ciclismo colombiano.
Imagínese que usted recién cruzó la adolescencia y un día se levanta recibiendo elogios, literalmente, de todas partes del planeta. Quienes admiró desde niño ahora se rinden a sus pies. Usted, desde luego, tiene un talento especial, y lo sabe. Pero, ¿cómo se sentiría si cientos, miles de personas, sentencian lo que usted hará –o tendrá que hacer– durante los próximos años?
Todos los que hablan de Egan Bernal, flamante campeón del Tour de Francia, destacan de él su fortaleza y madurez mental, lo “aterrizado” que es. Para Santiago Botero, quien corrió cinco Tours, “Egan es un profesional integral; que disfruta correr, que no se deja obnubilar y que tiene la madurez de alguien de 35 años”.
David Brailsford, jefe de Bernal en el Ineos, lo sintetiza de esta manera: “Egan es capaz de manejar las emociones en favor de la lógica”.
Sin embargo, sus cualidades emocionales y mentales podrían no ser suficientes para contener el alud que se desprenderá de su logro y que aún no muestra su verdadera dimensión.
Según Fernando Cuesta, sicólogo con experiencia en Coldeportes, es normal que en los próximos meses el ciclista de 22 años sufra un poco de “vértigo” en el proceso de asimilación. “Se le obligará brillar siempre, que sea una figura pública atractiva, pero que no pierda su sencillez. Que sea, además, ejemplo. Eso cuesta”, opina.
Cuesta explica que uno de los aspectos que encontrará Egan es la “sobrevaloración en la que puede incurrir su entorno. Una distorsión de la admiración hacia él que evita que sean objetivos
para resaltarle errores y puntos de mejoría personal y profesional. Él y sus cercanos deben mantener la objetividad y criterio”, apunta.
Claro que contar con el Ineos, el equipo más poderoso del ciclismo, se lo hará más fácil. Brailsford, por ejemplo, explica en un artículo en The Guardian que en la escuadra entendieron que era un error insertar completamente a los colombianos (Egan, Sebastián Henao e Iván Sosa) a la cultura británica.
Y por eso, de la mano del entrenador español Xabier Artetxe, “comprendimos que el corredor de ese país es aferrado a su tierra, a su familia. Por eso equilibramos el tema de alimentación, concentraciones y entrenamiento para que les permita mantener el contacto con su tierra”, añade Brailsford.
Repartir el peso de la mochila
Otro factor que también ayudará a aliviar la presión creciente para el joven campeón es que el ciclismo colombiano logre posicionar y consolidar sus promesas (talentos) del pedal en el panorama internacional.
Si bien actualmente el país cuenta con 18 corredores en equipos World Tour –la máxima posible– que da vigencia al pedalismo nacional, hay una cantera cuantiosa que pide terreno. El presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo, Jorge Ovidio Gónzalez, ha precisado que entre las tres carreras locales para promocionar a los jóvenes entre 14 y 21 años hay una convocatoria anual cercana a los 1.000 ciclistas. Esta generosa producción de talento ha llevado a que equipos como el Ineos, por citar solo uno, establezcan campamentos en Colombia para detectar futuras estrellas.
Sin embargo, no todo es color de rosa. El periodista de El País de España, Carlos Arribas (analista invitado en la columna adjunta), uno de los principales expertos en ciclismo internacional y eximio cronista, publicó recientemente un artículo en el que, citando como fuentes a entrenadores del pelotón nacional, expone que hoy las principales escuadras están evitando fichar jóvenes en Colombia por la crisis de dopaje sistemático que hay en el interior del circuito local (en mayo sancionaron 37 corredores). Lo que ha llevado a los equipos grandes a “curarse en salud” y solo fijarse en corredores menores de 18 años, con lo que recortan el riesgo de estar fichando ciclistas que ya entraron en la espiral de dopaje y que ante los mayores controles en Europa, lógicamente, les cuesta desempeñarse en la élite.
Esta dinámica pone en el limbo a centenares de pedalistas colombianos entre 18 y 22 años que podrían quedar atrapados en el país sin posibilidad de mostrarse en Europa. Por eso, más allá de los vítores y golpes de orgullo en el pecho, ahora que el título en Francia puso definitivamente a Colombia en el mapa del ciclismo, es necesario una óptima respuesta dirigencial para aprovechar el momento de efervecencia.
Lo cierto es que no solo Egan sino las caras emergentes del pedalismo nacional (ver fichas) darán que hablar en Europa los próximos años. Eso sí, la mesura es clave para no perder el foco. Porque si acá surgió un prodigio y está acompañado por excelsos corredores, en Europa se están cocinando fenómenos de igual proporción (ver módulo superior), que configuran la nueva era del ciclismo