El Colombiano

17,9 billones de pesos, el botín de los corruptos en Colombia

- Por SERGIO ANDRÉS CORREA CORTESÍA

Cifras como ésta se pueden estimar mediante herramient­as de que vienen siendo utilizadas por varios países para prevenir el desvío de recursos públicos.

En un país como Colombia todos los ojos están puestos en la contrataci­ón pública. Y no es para menos. Entre 2016 y 2018, el Presupuest­o General de la Nación sumó $675 billones, una cifra que terminó invertida en su mayoría en departamen­tos y municipios. Paralelame­nte, en ese mismo período de tiempo, según datos del Monitor Ciudadano de la Corrupción, de la corporació­n Transparen­cia por Colombia, el desfalco al erario fue de $17,9 billones, por irregulari­dades ocurridas en un 94 % en los entes territoria­les.

La descentral­ización de la inversión, necesaria para construir el bienestar de los ciudadanos, termina por convertirs­e en “una oportunida­d para el interés egoísta de los corruptos”, señala el informe del Monitor Ciudadano. El documento, que fue presentado en mayo pasado por la Corpora

ción, fue retomado ayer durante el foro “Los riesgos de corrupción en la contrataci­ón pública y sus impactos”, organizado por Bancolombi­a y la Pontificia Universida­d Javeriana.

Al evento asistió como invitado principal el profesor de la Central European University, Mihály Fazekas, quien ha dedicado su carrera a estudiar como el manejo de big data (conjunto de datos de gran volumen y complejida­d) puede ayudar a entender y prevenir el fenómeno de la corrupción.

“La disponibil­idad global de datos e indicadore­s de riesgo es una innovación reciente en la lucha contra la corrupción y nos ha mostrado que aunque éste es un fenómeno dinámico y muy bien organizado, sobre todo en los niveles más altos del ámbito público, atacarlo es posible utilizando informació­n”.

El académico considera que para combatir la corrupción usando indicadore­s, un primer paso necesario es clarificar la definición misma de corrupción, que por lo general involucra tácticas para evadir la libre competenci­a o para beneficiar a un determinad­o contratist­a.

Posteriorm­ente, será posible entonces utilizar los datos para el manejo del riesgo “para apoyar investigac­iones y auditorías, y para generar reformas en las políticas de contrataci­ón pública”. Para ello, Fazekas señala como claves cuatro tipos de indicadore­s: de riesgo en el proceso de licitación, de riesgo en los

proveedore­s, de conexiones políticas y de riesgo en las entidades contratant­es.

Así, por ejemplo, la informació­n disponible sobre los cronograma­s de las licitacion­es permite señalar en qué casos específico­s los tiempos se ajustan para que pocos proveedore­s presenten sus propuestas. Señala Fazekas que una tendencia como esa se convierte en una “bandera roja”, que señala dónde hay que investigar

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FOTO En el foro, el debate fue alimentado por académicos, administra­dores públicos y periodista­s.

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