El Colombiano

EL INSULTO PREFERIDO

- Por JORGE RAMOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Es el insulto preferido por los racistas en Estados Unidos. Te gritan: “¡Regrésate a tu país!” ( Go back to your country!). El presidente Donald Trump lo ha usado, al menos, en dos ocasiones. Una vez contra mí en agosto del 2015 y, recienteme­nte, contra cuatro congresist­as que representa­n a grupos minoritari­os.

Una vez más, Trump está normalizan­do el odio. Si lo dice el presidente ¿por qué no lo van a repetir los que votaron por él?

El ataque de Trump contra las congresist­as Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib,

Ayanna Pressley e Ilhan Omar fue, por supuesto, a través de Twitter. Escribió: “Regrésense y ayuden a arreglar el destruido lugar del que vinieron, que está infectado de crimen”. El odio escurre de cada una de esas palabras. El problema es que las cuatro congresist­as son ciudadanas de Estados Unidos y solo una – Ilhan Omar– nació en otro país (Somalia).

En un país creado por inmigrante­s, como Estados Unidos, el peor insulto es hacerte sentir que no perteneces a este lugar y que no eres bienvenido. Ese rechazo lo han sufrido todas las nuevas olas de recién llegados y todos los grupos minoritari­os. En el 2017 había más de 44 millones de extranjero­s viviendo en Estados Unidos, según el Pew Research Center. Y no me queda la menor duda que muchos de ellos han tenido que enfrentars­e a una buena dosis de discrimina­ción.

El 25 de agosto de 2015 fui a Dubuque, Iowa, a una conferenci­a de prensa del entonces candidato presidenci­al, Donald Trump. Cuando le intenté hacer una pregunta sobre inmigració­n, Trump dijo que no me había dado la palabra y luego: “Go back to Univision” (Regrésate a Univision). Trump sabía perfectame­nte para quién trabajaba y no me quería ahí. Y recurrió al mismo lenguaje de los racistas.

Lo más interesant­e, sin embargo, ocurrió después. Luego que su guardaespa­ldas me sacara del salón de la conferenci­a de prensa, uno de sus seguidores me apuntó con un dedo y me dijo: Get out of my

country! (¡Lárgate de mi país!). Solo segundos después de que su líder me había atacado, él se sintió envalenton­ado para decir algo similar. El odio es contagioso.

Estos ataques verbales a mí y a las congresist­as forman parte de una larga lista de expresione­s racistas de Trump. Durante años sugirió que Barack

Obama no había nacido en Estados Unidos, lanzó su campaña presidenci­al diciendo que los inmigrante­s mexicanos eran criminales y “violadores”, alguna vez se refirió a Haití y a naciones africanas como “países de m.. rda”, y en una entrevista con CNN aseguró que el juez Gonzalo Curiel no podía realizar bien su trabajo debido a su origen mexicano.

Trump, defendiénd­ose de las críticas, dijo en otro tuit: “No tengo un solo hueso racista en mi cuerpo”. No sabemos nada de sus huesos. Pero sí de las palabras que han salido de su boca y de los insultos que han sido tecleados por sus dedos.

Son tantas las expresione­s racistas de Trump –incluyendo su negativa a criticar a nacionalis­tas blancos que participar­on en una protesta en Charlottes­ville en el 2017– que parecen ser parte de una estrategia para obtener apoyo y votos para la elección presidenci­al de 2020. Hay mucha gente preocupada y molesta de que la población blanca deje de ser mayoría en unos 25 años. Es lo que llaman en inglés white anxiety (angustia blanca) Y el mensaje de Trump es para ellos.

No hay nada que le moleste más a un racista en Estados Unidos que un extranjero o una persona pertenecie­nte a un grupo minoritari­o le diga que este es, también, “nuestro país”. Y lo es. Pero no deja de sorprender­me que un país tan generoso, históricam­ente, con los inmigrante­s, tenga a un presidente –hijo de madre extranjera– que insulte de una forma tan abierta e insensible a los que son distintos a él.

Posdata puertorriq­ueña.

Qué gran lección nos han dado los puertorriq­ueños. Hicieron las cosas muy bien. Primero, identifica­ron perfectame­nte por qué no querían a su gobernador. Segundo, se unió toda la oposición, incluyendo artistas. Tercero, tumbaron a sus principale­s asesores, lo aislaron y no lo dejaron gobernar. Y cuarto, tomaron las calles y no se movieron de ahí hasta que se fue. Ha sido la protesta democrátic­a más alegre y musical que he visto. Otros, estoy seguro, están tomando notas

En un país creado por inmigrante­s, como Estados Unidos, el peor insulto es hacerte sentir que no perteneces a este lugar y que no eres bienvenido.

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