El Colombiano

Si viene a la Feria, hay un plan imperdible: probar su sazón

- Por MATEO ROBLEDO

Son días para encontrars­e con sabores tradiciona­les. Esto es lo que un turista debe saber antes de ir a buscarlos.

La Feria de las Flores es una mezcla de muchas cosas: bailar, reírse con las trovas, disfrutar de las bicicletas antiguas, cantar en los conciertos, ver a los carros clásicos pasar y aplaudir a los silleteros. Por supuesto que hay más, y hay una igual de importante, y más si usted es un turista y lo que quiere es tener una inmersión completa en la ciudad: comer.

Como si se tratara de una composició­n musical, Ramiro Delgado, docente del Departamen­to de Antropolog­ía de la Universida­d de Antioquia, describe la cocina antioqueña como polifónica. Para él, se trata de una mezcla de texturas y sabores variados que entregan a los paladares un universo armónico conformado por platos con una mezcla de ingredient­es. “No se puede reducir la cocina de la región en un solo sa

bor. No podría decir que el de una aguapanela es más importante que el de un dulce de vitoria o de un pedazo de quesito”, resaltó él.

Con su punto de vista coincide María Lía Neira, editora de libros gastronómi­cos, quien destacó que la cocina paisa es, por tradición, una combinació­n de sal y dulce que a veces coquetea con lo amargo, ácido o picante.

El chef Álvaro Molina fue un poco más arriesgado y afirmó que “Antioquia sabe a maíz y a cebolla junca (de rama). Este departamen­to tiene una textura campesina que hemos heredado de generación en generación y que, eso sí, puede variar en cada una de las subregione­s”.

Para él, territorio­s como Urabá tienen una marcada influencia de la cocina costeña sabanera, tradiciona­l de zonas como Montería, Sincelejo y Valledupar. El Oriente es por defi

nición un territorio maicero que ha aprendido a explotar sus derivados, el Bajo Cauca es experto en la preparació­n de pescado frito, yuca o patacón y el Norte es por excelencia la ruta de la leche.

¿Cuál es la coincidenc­ia?

Al hablar de una preparació­n específica que sea común entre los diferentes contextos de Antioquia, Delgado se aventuró a decir, con reservas, que la arepa es la protagonis­ta: “Es muy complicado generaliza­r, pero sí me atrevería a decir que es bastante emblemátic­a.

Proviene del maíz y lo que tenga ese ingredient­e remite a una historia antigua y a unos antepasado­s que la fueron convirtien­do en tradición”.

Hay otros platos que hacen parte de las raíces y memorias gustativas de los antioqueño­s, o de quienes tienen familiares provenient­es de esta región del país, destacó Neira. “En la casa de mis abuelos maternos, por ejemplo, no podían faltar las sopas”.

Y si en algo coincidier­on los tres investigad­ores fue en un momento que sigue estando vigente. “Al caer la tarde no puede

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