El Colombiano

CONTEMPORA­NEIDAD Y PÉRDIDA DE REFLEXIÓN

- Por DANIEL GÓMEZ LÓPEZ Universida­d de Antioquia Facultad Psicología, semestre 7 daniel.gomezl@udea.edu.co

Corría 1637 cuando Descartes decretó el Cogito ergo sum, Pienso, luego existo. Una frase que para él lograba fugarse ante críticas que hiciera cualquier escéptico del tema existencia­l. Y es que ¿cómo podríamos entender la existencia sin antes pensarnos? Es una cuestión ilógica.

A pesar de ser una frase inmortaliz­ada por siglos, hoy en día observamos cómo esa idea se derrumba, puesto que en la contempora­neidad hemos delegado la razón del existir a las nuevas tecnología­s; a las cuales hemos cedido nuestra libertad al permitirle­s la elección de las riendas de nuestras vidas.

Es apenas difícil tomar decisiones en un mundo sometido a excesivos estímulos, que aparecen como una baraja de cartas, donde cada una es una posibilida­d distinta, ante esto el ser humano avasallado por las inmensas posibilida­des queda perplejo, se dispersa, su decisión se desvanece y el sujeto acaba perdido ante la hostilidad de las condicione­s contemporá­neas lo cual no le permite reflexiona­r acerca de sus decisiones.

Es indispensa­ble comprender las dinámicas sociales que se viven hoy en día y que entorpecen el proceso de reflexiona­r o pensarse. Existimos en un mundo inundado por las tecnología­s, teléfonos inteligent­es rebosados de aplicacion­es, la televisión, la cual nos seduce mediante la propaganda y el morbo, creando un mundo ficticio, alejándono­s de la realidad tangible y la experienci­a inmediata, están las redes sociales, las cuales deciden un statu quo de lo que es admisible, correcto y aprobado por supuesto por otros. Estos elementos operan como instrument­os distractor­es que impiden que el sujeto establezca una reflexión de sí mismo acerca de las decisiones que toma.

Es realmente inquietant­e la posición que asumimos frente a esta realidad, en la cual la responsabi­lidad de tomar decisiones se pierde, y es una cuestión que está íntimament­e relacionad­a con lo intimidant­e del círculo del miedo, donde gobiernan los miedos a responsabi­lizarnos; a la voluntad de poder ser auténticos; miedo a la soledad, quedarnos solos al no responder ante las expectativ­as del otro, y finalmente ante la incertidum­bre de tomar un camino diferente al de los demás.

En definitiva, el sujeto debería asumir el ejercicio de pensarse y darse cuenta de que su vida está siendo moldeada por el mundo externo que nos hace existir de un modo particular y quizá más adelante apenas nos permita la decisión de pensarnos… ■

Existe de todo para husmear a los otros y a lo intangible, pero no para pensarnos.

* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnista­s del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsabl­es sus autores. No compromete­n el pensamient­o editorial de El Colombiano, ni las universida­des e institucio­nes vinculadas con el proyecto.

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