LA CONDENA CONTRA ANDRÉS FELIPE ARIAS
Este es el único país del mundo cuyos líderes políticos y de opinión se lamentan, sin vergüenza, de la condena de un corrupto. Este es el único país que piensa que 17 años de cárcel para un alto funcionario que delinquió son “excesivos” a pesar de que el monto de la pena se incrementa —en todos los sistemas judiciales democráticos y en Colombia— si el culpable aprovecha su poder y su posición oficial para engañar a la sociedad que representa.
Este es el único país en que “no robarse un peso” lo blinda a uno de ser juzgado y sancionado por los demás tipos penales descritos en los códigos; por ejemplo, por haberle entregado a un puñado de ricos hacendados $26.000 millones de dineros públicos destinados a “reducir la desigualdad en el campo” como definió un propósito del programa Agro Ingreso Seguro.
Muchos lo llaman el “pobre y perseguido Arias”. Un pobre no tan desvalido puesto que nadie ha tenido tantos defensores mediáticos; tantos abogados listos a feriar, por él, sus credenciales profesionales; tanto poder gubernamental y legislativo dispuesto a entregar las instituciones y, más, la legalidad de la Nación por su causa, una causa individual tras de la cual se perfila una fuerza que influye al Ejecutivo, que manipula el Congreso y que vapulea la Justicia cuando esta no falla en la dirección requerida.
Arias es un corrupto; corrupto porque está juzgado por un delito que tiene que ver con la corrupción administrativa. Peor, esa que se despliega con fines políticos; en resumidas cuentas, esa práctica que ha desangrado al país, que lo ha mantenido en guerra, tal cosa que ha matado de hambre a niños en La Guajira o el Chocó. Este hombre juzgado en Colombia se voló y aquí está, tras haber sido capturado en otro Estado.
En el afán por defender a
drés Felipe Arias, sus partidarios se inventaron argumentos para hacer paralelos entre él y Einstein (cuyo coeficiente intelectual es 160), Mandela y Jesús. Solo les faltó relacionarlo con el papa Francisco y Marie Curie. Lo que sea, con tal de mantenerlo con aspiraciones presidenciales, el único que podría evitar la muerte del partido una vez su líder y presidente eterno no esté. Como dice un viejo y repetido proverbio, todo lo que sube también está destinado a caer
Arias es corrupto, porque fue juzgado y condenado por corrupción administrativa.