El Colombiano

LOS AMIGOS CUADRÚPEDO­S DE SIMÓN BOLÍVAR

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

Relata en sus memorias el General O´Leary, irlandés que vino a colaborar con nuestra independen­cia, que la figura de Simón Bolívar sobre el lomo de un caballo no era la más apuesta, pero de su amor y preocupaci­ón por el estado de los equinos del ejército libertador, fundamenta­les para dicha gesta, nunca hubo reparo.

Los vínculos de Bolívar con los caballos iniciaron desde la infancia en sus fincas de Aragua y luego hicieron parte fundamenta­l de su vida. Varios caballos le fueron regalados: “El Muchacho”, “Morcillo” y “El Pájaro”, pero ninguno tan cercano y ligado a su leyenda como “Palomo Blanco”, supuestame­nte obsequio de la campesina boyacense Casilda. Sin embargo, hay otro cuadrúpedo a quien Bolívar quiso mucho, pero no era un equino.

Cuentan que en la campaña de independen­cia de Venezuela, luego de la Batalla de Niquitao, Bolívar llegó a la Hacienda Monocoque en donde un joven perro Mucuchí, raza resultado del cruce de mastines y pastores, salió osadamente a enfrentar a los extraños. Bolívar impresiona­do con la fuerza y arrojo del cachorro preguntó dónde podría conseguir uno de esos ejemplares, pero Don José Vi

cente Pino decidió regalarle al envalenton­ado anfitrión llamado “Nevado”, por ser todo negro menos su lomo y cola blancas, como si tuviera copos de nieve. Para acompañar a “Nevado”, el indio “Tinjacá”, que lo conocía desde cachorro y luego sería su “edecán”, decidió también enrolarse en el ejército libertador. Desde ese momento “Nevado” acompañó al libertador en sus campañas militares. Llegó a pesar más 60 kilos y casi derribaba a Bolívar cuando ponía sus patas en el pecho del pequeño libertador para saludarle.

“Nevado” era fiero y atacaba a los enemigos en las batallas, cosa que angustiaba a Bolívar. Incluso fue hecho prisionero por los españoles junto con “Tinjacá”, pero lograron escaparse. El 24 de junio de 1821, en la Batalla de Carabobo que sellaría la independen­cia definitiva de Venezuela, cuando celebraba la victoria, El Libertador recibió la terrible noticia que “Nevado” y “Tinjacá” habían sido heridos de muerte. Presuroso entre los heridos halló a “Tinjacá”, que solo pudo decirle: “Ah, mi General, ¡nos han matado al perro!” Y a pocos pasos encontró a “Nevado” atravesado por una lanza y bañado en sangre su hermoso pelaje. Al hombre de tantas batallas y testigo de la muerte de tantos valientes, le fue imposible contener las lágrimas.

Pero nuestros héroes “Nevados” no desapareci­eron ese día. Recordemos a “Sasha”, el perro labrador del ejército colombiano que en más de 100 exitosas operacione­s de detección de campos minados evitó que cientos de niños campesinos y soldados volaran en pedazos, faltándole 4 meses para retirarse murió por una granada en la Operación Sodoma de 2010, en la que fue dado de baja el perverso narcoterro­rista Mono Jojoy, que de no haber sido así, hoy sería “Honorable Senador de la República” gracias al acuerdo de impunipaz.

¡Honor a “todos” nuestros héroes! Hasta los de 4 patas

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