Fiesta a la que solo le faltó el gol
El primer duelo entre Nacional y DIM por Liga Femenina fue un hervidero en Itagüí.
Un kilómetro antes de llegar al estadio de Ditaires, las vías, tanto de subida como de bajada de ese sector itagüiseño, colapsaron por un largo rato.
En medio del desespero, no por el sofoco de los 28 grados centígrados que promediaban en ese instante, sino por el afán de llegar al escenario deportivo, se veía gente salir de los autos corriendo y saltando los separadores de cemento que hay en esa avenida. Era una locura, un hervidero.
El motivo: no querían perderse ningún detalle del primer clásico histórico entre Atlético Nacional e Independiente Medellín por la Liga Femenina de fútbol.
En medio de las largas filas para ingresar al lugar, que por cierto avanzaban a gran velocidad, desfilaban niños, jóvenes, padres de familia cargando a sus bebés y personas de edad adulta.
Hasta llamó la atención la presencia de una dama apoyada en muletas. “Es que por nada del mundo podía perderme este juego. Ver esta cantidad de público es una satisfacción enorme, es el fruto de largos años y aún falta más”, comentó Juliana Dávila, quien hace parte de la escuadra roja y quien se recupera de un golpe en el músculo sóleo de la pierna izquierda.
Quien sí se movía como pez en el agua, gracias a la fascinación que la embargaba, era Rocío López, de unos 75 años de edad. “El fútbol es vida, por eso vengo y disfruto de estos espacios, soy la más alegre de los familiares que están aquí, hasta salto, canto y bailo”, comentó, mientras lucía su fina sonrisa, así como
los asistentes, que gozaron, además, con la visita del jugador argentino Hernán Barcos.
Gabriel García, vendedor informal que empezó a hacer su agosto gracias al dinero producido en la tribuna occidental, también mostró su felicidad gracias a que el escenario se llenó en un 99 %. Ello, contó, le permitió hacerse a unos pesos de más.
Y si en las calles la alegría era contagiosa y el bullicio enorme, en los balcones y ventanales de las casas aledañas al estadio, muchas más personas se apostaron para no perderse, así fuera a la distancia, este encuentro.
“Yo sí esperaba lleno en la tribuna, una lástima que no hubieran habilitado la otra, porque estas mujeres juegan muy
bueno, da gusto verlas, por algo son líderes del campeonato. Estoy contento, aquí recojo para pagar los servicios, comprar ‘la papita’ y la comida de los diez perros que tengo”, advirtió García, hombre de tez blanca y cabello rizado, quien parecía una hormiguita de un lado para el otro vendiendo refrescos.
Y mientras en la tribuna, hinchas de rojas y verdes alentaban y gozaban con las jugadas, en el terreno de juego, ellas ponían todo de su parte para brindar el mejor espectáculo. Fue una fiesta a la que solo le falto el gol