El Colombiano

TENDENCIAS

- Por CAROLINA TAMAYO PEMBERTHY

Hasta las canciones se han inspirado en flores, le contamos.

Se vuelven temas de la música porque ayudan a expresar sentimient­os. Y no importa el género, del pop, al rock y la salsa.

Las rosas, los claveles, las orquídeas y los girasoles han sido fuente de inspiració­n para algunas canciones. De seguro ha escuchado, cantado o dedicado Te mando flores de Fonseca, o ha bailado Jardinero de Wilfrido Vargas.

Esa tradición de incluir la naturaleza en los diferentes ritmos musicales viene desde tiempos remotos. En una historia que recuerda el profesor Róbinson García y que está publicada en varios artículos, entre ellos Hacia una interpreta­ción de la notación de la músisica, de María José Opazo, publicado en la Universida­d de Chile, en 2016, la primera canción conocida en la historia de la humanidad fue dedicada a Nikkal, diosa de los huertos. Ella era quien permitía que las flores y los frutos crecieran.

Allí mismo se cita un artículo publicado en 1988 en Archaeolog­ia Musicalis, en el que el experto en música Richard Fink contó que el tema se descubrió gracias a una pieza antigua que fue encontrada por un grupo de arqueológo­s nor

teamerican­os liderados por Emmanuel Laroche en 1950 en la ciudad de Ugarit y que ello demuestra que hace más de 3.400 años el hombre ha compuesto melodías y ha buscado interpreta­r su realidad.

Róbinson, también músico profesiona­l, expresa que el motivo principal para que las flores hayan sido fuente de inspiració­n es que ayudan a expresar sentimient­os como el amor y por eso están en distintos géneros. En el caso del pop está el ejemplo de Rosas, de la Oreja de Van Gogh; en salsa, Las caleñas son como las flores, de The Latin Brothers; en rock, Lotus Flower, de Radiohead, y en un ritmo más revolucion­ario, Silvio Rodríguez compuso Días y flores.

Al ritmo de los silleteros

En una frase atribuida al filósofo Friedrich Nietzsche, se escucha: “Sin música, la vida sería un error”. Quizá por ese motivo las personas acompañan sus momentos con alguna canción. Los silleteros de Medellín han encontrado una relación estrecha con los sonidos. Es el caso del silletero

Aristides Ríos, quien durante años en su finca El Chagualo, ubicada en la vereda El Pantanillo, ha recibido a turistas al son de canciones. “Yo trato de tararear las letras para que todos se diviertan, y lo hago con tanto cariño que al final quieren más”, cuenta Ríos. Que vivan los novios de Emilio Sierra y El Jardinero de Leonel Ospina son las que más entona. La primera es para aquellas parejas que llegan a preguntar por las flores, y cuenta que la segunda la utiliza para explicar que la flor dahlia no tiene aroma y sin embargo, su compositor dice que están perfumadas. Añade que ese toque musical durante los recorridos que realizan los visitantes genera alegría. La gente intenta bailarla y de inmediato van a buscarlas a internet. La cultura silletera es una pasión que él lleva impregnada: “Yo amo las flores y por eso busco formas creativas, como la música, para que las personas conozcan sobre los colores, texturas y olores”. Su hijo, Andrés Ríos, quien se dedicó a hacer silletas, cuenta que es realmente un momento único y especial hablar de cada flor con él, porque su tonalidad es dulce y es un hombre demasiado enérgico. “Yo no tengo la habilidad que tiene mi padre, solo él sabe como enamorar a los otros de las flores”, dice Andrés. Y es que cada flor, como cada canción, es energía para el día a día, eso dice Aristides. Silvio lo canta así: En estos días, compañera/ Ponte alma nueva/ para mi más bella flor ■

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