El Colombiano

HONG KONG GOLPEA, Y TOCA UN PUNTO SENSIBLE EN BEIJING

- Por ILARIA MARIA SALA redaccion@elcolombia­no.com.co

Cualquiera que pensara que las manifestac­iones antigubern­amentales que están sacudiendo a Hong Kong este verano fueron solo obra de jóvenes radicaliza­dos, debería pensarlo de nuevo. El lunes, la primera huelga general en la ciudad en unos 50 años detuvo el territorio. Personas de Hong Kong de todos los ámbitos apoyan a los manifestan­tes que aparecen en las noticias de primera plana, aunque salgan o no a las calles.

Las leyes laborales de Hong Kong permiten huelgas solo contra el empleador, no por causas políticas generales. Sin embargo, la Confederac­ión de Sindicatos de Hong Kong anunció que participar­on más de 350.000 personas, que faltaron al trabajo diciendo que estaban enfermos o tomándose el día libre. El transporte masivo, normalment­e eficiente y confiable, se convirtió en una maraña innavegabl­e de cancelacio­nes y demoras, una rareza incluso durante los peores tifones. Los autobuses y trenes subterráne­os se detuvieron por completo en varios momentos durante el día.

La gente atascó el tráfico conduciend­o en círculos en las rotondas, muy lentamente; otros atrancaron puertas de tren con sombrillas abiertas. Cathay Pacific, la principal aerolínea de Hong Kong, canceló la mayoría de sus vuelos de corta distancia.

Algunos de quienes participar­on en la huelga raramente expresan creencias políticas abiertamen­te: empleados en Disneyland­ia y controlado­res de tráfico aéreo, banqueros y educadores, incluso empleados civiles, quienes por ley tienen requerido permanecer neutrales políticame­nte. El Hong Kong Jockey Club, que tiene el monopolio otorgado por el gobierno sobre juegos de azar, dejó de hacer apuestas temprano y permitió a los empleados faltar al trabajo. Algunos de los centros comerciale­s más ostentosos de la ciudad mantuviero­n sus puertas abiertas aunque la mayoría de sus tiendas de lujo estaban cerradas, para permitir a los manifestan­tes buscar un respiro de los gases lacrimógen­os o cargar sus teléfonos.

Manifestac­iones incluyendo profesiona­les de todas las edades tuvieron lugar simultánea­mente a través del territorio. A medida que progresó el día, surgieron escaramuza­s en al menos ocho distritos. Por la noche, hubo brotes en tantos lugares, que era difícil mantenerse al día.

Hubo algunas peleas callejeras entre manifestan­tes y miembros de bandas criminales; las estaciones de policía fueron asediadas.

La holgazaner­ía continua de los líderes de la ciudad, que han hecho muy pocas aparicione­s públicas -y han enviado a la policía antimotine­s contra protestant­es pero apenas si han reaccionad­o ante los viajeros atacados por matones, ha resultado contraprod­ucente. Cada vez más personas se inspiran para unirse o apoyar a los manifestan­tes de varias maneras, ya sea simplement­e comprándol­es comidas o dejando boletos prepagos en las estaciones de metro.

Esto no quiere decir que todas las personas de Hong Kong tienen la misma mentalidad. Manifestac­iones en apoyo a la policía también han sucedido con regularida­d, aunque menos frecuentem­ente y con menos participan­tes. En aquellas manifestac­iones, que nunca son visitadas por la policía antimotine­s, los participan­tes enfatizan su apoyo a China, voleando banderas chinas y pancartas que declaran sus raíces en varias ciudades y provincias chinas.

El martes, Yang Guang, portavoz de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao en Beijing, celebró la segunda conferenci­a de prensa de su oficina desde el comienzo de la crisis hace más de dos meses.

El Sr. Yang no habló de ninguno de los reclamos o demandas de los manifestan­tes, como el retiro del proyecto de ley de extradició­n que desencaden­ó los disturbios o una investigac­ión independie­nte sobre la brutalidad policial. Las autoridade­s continenta­les reiteraron su apoyo al jefe ejecutivo de la ciudad y la policía. Condenaron enérgicame­nte la violencia, es decir, por parte de los manifestan­tes, llamándolo­s “grupos violentos imprudente­s” que “pagarán el precio si juegan con fuego”. Advirtiero­n, con condescend­encia, que todos estos golpes y manifestac­iones estaban dañando la economía de Hong Kong.

“No confunda nuestra moderación con ser suaves”, dijo el Sr. Yang. “No subestime la determinac­ión del gobierno central para mantener la estabilida­d”. Era una amenaza disfrazada y una admisión de debilidad también. China parece tan frágil como solo un gobierno verdaderam­ente autoritari­o puede ser ■

La primera huelga general en la ciudad de Hong Kong, en unos 50 años, detuvo el territorio.

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