LA NECESIDAD DE UNIR OTROS RITMOS
¿Considera que aún hay división entre los seguidores de diferentes tipos de música?
“En general, las generaciones van creando sus propias músicas y se acostumbran a escuchar y consumir ciertas cosas. Lo que intentamos construir es que las instituciones y los dirigentes tengan una posibilidad de narrar la música desde lo tradicional y lo folclórico hasta lo más contemporáneo. Eso permite que nuestra propia percepción estética hacia los géneros y los formatos se pueda valorar más ampliamente. Que sea plural y sin prejuicios. Sin ciertos limitantes, pues eso puede enriquecer mucho la mirada”. que sí se requería un espacio donde pudiéramos mezclar las músicas tradicionales, la popular, la académica y la tradicional. Explorar cómo estas pueden dialogar entre ellas, como los currulaos y el porro llegan a convertirse en una base para otros ritmos como de pronto el rap o el hip hop. Es así que logramos pensar que Ibagué fuera el escenario perfecto para compartirla”.
¿Hace cuánto vienen desarrollando esta idea?
“Hace dos años empezamos a hablar con la gobernación, la Alcaldía y el Ministerio de Cultura para entender cómo nos integrábamos con ellos para crear este escenario nuevo y poder ofrecer una oportunidad a esta música maravillosa. Por ejemplo, cuando venimos a presentar a las cantaoras colombianas, vamos a encontrar que ellas vienen del Pacífico, del Atlántico y del Llano. ¿Te imaginas lo que significa escuchar estas tres expresiones dialogando, para nosotros y para los jóvenes? Estudiantes, en su mayoría de música académica, que quieren escuchar esos ritmos. Queremos que la juventud, y aún los profesionales que estudian música, tengan posibilidades nuevas y que no se le olviden los valores que estas tradiciones han tenido en nuestra cultura”.
Hay una consigna principal en el festival por el respeto a las diferencias, ¿cree que hay irrespeto o división entre géneros musicales?
“Nosotros hemos buscado en la música un instrumento de conciliación. Creo que el estar divididos en regiones ha sido importante para los valores culturales, pero necesitamos encontrar puntos donde podamos dialogar y donde podamos disfrutar juntos de esos mismos intereses que tenemos. Entender que cada vertiente de la música es tan importante como la otra y a través de esas sensaciones, que son tan diferentes, se llega a un punto común: esa pasión con que se toma la música para expresar el ser. Creo que necesitamos espacios donde podamos dialogar en torno a un motivo y qué mejor que la música para que nos ayude a encontrarla, a respetarla y a conectarnos con estas posibilidades que ella misma nos puede dar. Hay que hacerlo desde los jóvenes, para romper esos estigmas que hemos creado y esas divisiones que se han generado en la historia de nuestro país. Ya es tiempo de cambiarlas y pedir oportunidades a nuestra sociedad para que haya espacios como este”.
Ibagué es una ciudad rica en música, ¿cuál ha sido la conexión de la Fundación Salvi con esta ciudad antes del festival?
“Hace unos años, desde que el Festival de Música de Cartagena se fundó, veníamos a escoger y a escuchar a los jóvenes que serían becados por el festival para participar en las clases magistrales. Después de eso se desarrolló todo un proceso en el que se quería dar inicio a la Escuela de Luthería de Ibagué en el Conservatorio del Tolima. Con una perspectiva maravillosa, creíamos que era perfecto para continuar un proyecto que llevábamos desarrollando muchos años que es la creación de los centros de luthería” ■