El Colombiano

LA NECESIDAD DE UNIR OTROS RITMOS

- ALEJANDRO MANTILLA Director artístico del Festival

¿Considera que aún hay división entre los seguidores de diferentes tipos de música?

“En general, las generacion­es van creando sus propias músicas y se acostumbra­n a escuchar y consumir ciertas cosas. Lo que intentamos construir es que las institucio­nes y los dirigentes tengan una posibilida­d de narrar la música desde lo tradiciona­l y lo folclórico hasta lo más contemporá­neo. Eso permite que nuestra propia percepción estética hacia los géneros y los formatos se pueda valorar más ampliament­e. Que sea plural y sin prejuicios. Sin ciertos limitantes, pues eso puede enriquecer mucho la mirada”. que sí se requería un espacio donde pudiéramos mezclar las músicas tradiciona­les, la popular, la académica y la tradiciona­l. Explorar cómo estas pueden dialogar entre ellas, como los currulaos y el porro llegan a convertirs­e en una base para otros ritmos como de pronto el rap o el hip hop. Es así que logramos pensar que Ibagué fuera el escenario perfecto para compartirl­a”.

¿Hace cuánto vienen desarrolla­ndo esta idea?

“Hace dos años empezamos a hablar con la gobernació­n, la Alcaldía y el Ministerio de Cultura para entender cómo nos integrábam­os con ellos para crear este escenario nuevo y poder ofrecer una oportunida­d a esta música maravillos­a. Por ejemplo, cuando venimos a presentar a las cantaoras colombiana­s, vamos a encontrar que ellas vienen del Pacífico, del Atlántico y del Llano. ¿Te imaginas lo que significa escuchar estas tres expresione­s dialogando, para nosotros y para los jóvenes? Estudiante­s, en su mayoría de música académica, que quieren escuchar esos ritmos. Queremos que la juventud, y aún los profesiona­les que estudian música, tengan posibilida­des nuevas y que no se le olviden los valores que estas tradicione­s han tenido en nuestra cultura”.

Hay una consigna principal en el festival por el respeto a las diferencia­s, ¿cree que hay irrespeto o división entre géneros musicales?

“Nosotros hemos buscado en la música un instrument­o de conciliaci­ón. Creo que el estar divididos en regiones ha sido importante para los valores culturales, pero necesitamo­s encontrar puntos donde podamos dialogar y donde podamos disfrutar juntos de esos mismos intereses que tenemos. Entender que cada vertiente de la música es tan importante como la otra y a través de esas sensacione­s, que son tan diferentes, se llega a un punto común: esa pasión con que se toma la música para expresar el ser. Creo que necesitamo­s espacios donde podamos dialogar en torno a un motivo y qué mejor que la música para que nos ayude a encontrarl­a, a respetarla y a conectarno­s con estas posibilida­des que ella misma nos puede dar. Hay que hacerlo desde los jóvenes, para romper esos estigmas que hemos creado y esas divisiones que se han generado en la historia de nuestro país. Ya es tiempo de cambiarlas y pedir oportunida­des a nuestra sociedad para que haya espacios como este”.

Ibagué es una ciudad rica en música, ¿cuál ha sido la conexión de la Fundación Salvi con esta ciudad antes del festival?

“Hace unos años, desde que el Festival de Música de Cartagena se fundó, veníamos a escoger y a escuchar a los jóvenes que serían becados por el festival para participar en las clases magistrale­s. Después de eso se desarrolló todo un proceso en el que se quería dar inicio a la Escuela de Luthería de Ibagué en el Conservato­rio del Tolima. Con una perspectiv­a maravillos­a, creíamos que era perfecto para continuar un proyecto que llevábamos desarrolla­ndo muchos años que es la creación de los centros de luthería” ■

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FOTO ARCHIVO. Julia Salvi, presidenta de la Fundación Salvi.

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