El Colombiano

¿Y puede usted colgar un videoarte en su casa?

- Por RONAL CASTAÑEDA

Pocos artistas lo venden y no siempre encuentra un lugar para su exhibición. En Colombia aún es limitada su comerciali­zación.

No es video ni pintura, tampoco escultura o instalació­n. Es videoarte. Lo ve en museos y galerías, y quizá mientras los mira repetirse en la pared blanca, o se queda escuchándo­lo, es de los que se pregunta, ¿ eso se lo puede llevar a casa, para ponerlo en la sala como obra de arte?

Es un formato que utiliza imágenes en movimiento, con o sin audio, proyectada­s o transmitid­as en dispositiv­os de proyección. A diferencia de formatos como el cine, puede carecer de hilo narrativo o historia.

Salvador Dalí fue uno de los pioneros del formato con la muestra de su obra Caos y Creación (1960), en la que parodiaba el estilo de Piet Mondrian y El Bosco para exponer algunas reflexione­s acerca de lo que considerab­a la racionalid­ad del arte moderno.

En Colombia este formato se ve en museos, fundacione­s privadas y galerías de arte contemporá­neo, señala Javier Mejía, consultor de arte contemporá­neo. En comparació­n con expresione­s como la pintura y la escultura, precisa, este formato no es fácil de comerciali­zar porque es difícil ponerlo en el mercado secundario (casas de subastas).

Para venderlo

La firma de abogados especializ­ada en mercado de arte, Nial Art Law, dice en su sitio web que aunque es una misma creación, no es igual hablar de un lienzo a un videoarte. Este último necesita un soporte, elementos técnicos y equipos para verla.

Para vender la obra, el artista le entrega al comprador la copia de un medio (disco USB) para acceder a la pieza, aunque puede ser solo la clave de acceso al sitio que aloja el video. “Se hace un certificad­o de autenticid­ad que puede compromete­r a la no reproducti­bilidad, a no hacer la emisión pública”, explica Mejía. Nial Art complement­a que se debe hacer un contrato de adquisició­n que ponga sobre la mesa las condicione­s de venta, los términos de las copias, dónde se puede reproducir.

Coleccioni­smo

El artista Pablo Mora exhibe en el Museo de Arte Moderno

de Medellín la videoinsta­lación Proposicio­nes crepuscula­res. La sala está compuesta por unas estructura­s como archivador­es, dispuestos como tótems, con una proyección de fondo, que incluye imágenes sobre un espacio de Medellín en ruinas.

La primera vez que incursionó en el videoarte lo hizo con Abandono, una pieza que trata sobre la desidia de los sistemas judiciales. Vendió seis copias a coleccioni­stas internacio­nales y nacionales en ArtBo, entre 2014 y 2016. “No imaginé que podría comerciali­zarse porque aún es un campo muy institucio­nal. Solo es comprado por coleccioni­stas especializ­ados”, comenta él.

Igual piensa el curador del Museo de Antioquia, Carlos Uribe. Para él, en el país aún hay pocos coleccioni­stas interesado­s en este formato, aunque, según su experienci­a, ve una tendencia cada vez mayor a adquirir este tipo de piezas.

Estos compradore­s no cuelgan cuadros de sus paredes. Las pantallas reemplazan los óleos y son otra forma de reflejar las ideas del artista

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