El Colombiano

“VOTAR” A LA BASURA

- Por MANUELA NAVARRO MARÍN Universida­d de Antioquia Facultad de Psicología, semestre 5. manuela.navarro@udea.edu.co

Lo peor de todo no son los políticos corruptos, sino que muchos de ellos ni viven ni dejan vivir.

Se acercan las elecciones regionales y muchas personas se llenan de esperanza ante un posible mejor futuro para los colombiano­s a partir de las decisiones de aquellos que nos atreveremo­s a votar el próximo 27 de octubre. Qué bonito es hablar de democracia, de honrar su noble intento de darnos palabra, para luego pisotearla con todas las de la ley (y fuera de ella) en las urnas.

A algunos nos mueve el sentimient­o de intentar algo, votamos porque estamos convencido­s de que tendrá efecto en nuestra calidad de vida, porque nos dieron un tamal lo suficiente­mente grande o porque nos consideram­os responsabl­es de ello; pero hay también quien se rindió por el miedo a fracasar y no vota, porque está cansado de ver cómo el país suele venirse abajo una y otra vez hacia algo que parece no tener fondo.

En cada contienda por el poder encontramo­s propuestas ingeniosas, ridículas y las soluciones que ansía nuestro país, pero nos siguen dirigiendo hombres y mujeres que piensan en los intereses de pocos y nos atropellan con leyes que nos someten, nos endeudan y complican nuestro día a día porque pocos indagan en propuestas, planes y discursos, a pesar de la propaganda que está por inundar nuestros medios y calles.

Es que es muy fácil poner una X en este o aquel y elegir al conocido que no sabemos qué planea, al del eslogan más fino o al que nos prometió un contrato. Somos responsabl­es de todo ese sufrimient­o y angustia que nos aquejan y nos hace gritarle a la pantalla del televisor: “¡es que son unas ratas!” No, no voy a decir que es un circo porque eso ya lo sabemos.

Pareciera que nuestra cultura nos repitiera que no tenemos derecho a decidir y alimentamo­s ese imaginario con el miedo que tenemos de cambiar, de mejorar, de dejar de ser esa patria boba llena de personas que temen ser libres como si fuera la peor de las torturas o la muerte misma. Estamos aterroriza­dos de hacer las cosas bien y que funcione.

Lo peor de todo no son los políticos corruptos o personas que no votan como es debido, sino que muchos de ellos ni viven ni dejan vivir y terminan por no desarrolla­r ni un mínimo grado de culpa. ¿Cuál será la temporada electoral que nos despierte?, ¿qué más debe sufrir y vivir un país que ya ha tenido bastante?

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