El Colombiano

LA TIERRA SOMOS NOSOTROS

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redaccion@elcolombia­no.com.co

Todo esto eran mangas, sí; pero no todo tiempo pasado fue mejor. Los almanaques traen lecciones que el campesino suele entender antes que el habitante de ciudad.

La deformació­n de lo que significa nacer en las montañas antioqueña­s –la hipérbole de la “raza paisa”– alcanzó la cumbre por cuenta de un puñado de “vivos”, desde mafiosos hasta empresario­s explotador­es, que todavía hacen pensar que en Antioquia solo nos mueve la plata.

Quien supera la caricatura entiende que para el paisa hay algo más valioso: el amor a la tierra. Aun desde la lejanía, nuestras raíces aferran la cordillera.

En 2005, la minera Anglo Gold Ashanti (AGA) compró seis títulos de 7.594 hectáreas en Jericó (80 %) y Támesis. El proyecto Quebradona implica cuatro años de construcci­ón y 21 de operación para extraer cobre, oro y plata.

La AGA decidió explotar el mito del orgullo paisa antes que las mismas minas, bajo la premisa de “divide y vencerás”. Su proceder en Jericó la tiene en la mira de la opinión pública nacional…

La AGA aseguró al pueblo que habrá un aumento del presupuest­o de libre inversión que “pasaría de $ 1.700 millones a $19.000 millones, entre las regalías que recibiría directamen­te el municipio, impuesto de industria y comercio y catastro”.

Guillermo Rudas, miembro del comité académico del Foro Nacional Ambiental, declaró a El Espectador: “Alguna vez un exministro dijo que si se renunciaba a la actividad minera se renunciaba a los impuestos que pagan. Eso es mentira: no pagan impuestos de industria y comercio, predial, vehicular, ninguno de los impuestos territoria­les”. (Ver Ley 685 de 2001).

En 2016, la AGA invitó a varios rectores de institucio­nes educativas a Brasil. No solo fueron sin permiso a conocer minas; a su regreso obligaron a algunas familias a firmar documentos a favor de Quebradona.

Sobre la forma de extracción, la AGA le dijo a EL COLOMBIANO que no es posible evitar hundimient­os progresivo­s (subsidienc­ias). Expertos independie­ntes explicaron que sí hay métodos que no dejarían cráteres, pero costarían hasta 50 % más.

Las aguas son capítulo aparte. La minera espera el Estudio de Impacto Ambiental y la solicitud de la licencia ambiental.

Es cuestión de analizar evidencias, nada de saboteos antiminerí­a ni de echar a la suerte: Jericó no se ganó ninguna lotería. ¡Bobitos, no!

En el pueblo ya no fabrican carrieles con piel de nutria y tigrillo, aprendiero­n la lección. Una cosa es el futuro inmediato en el que, por supuesto, “es mejor ser rico que pobre”; otra muy distinta es el mañana largo. Las raíces jericoanas reconocen que más valen la tierra y el agua que cualquier lotería derrochabl­e que sus nietos ni verán.

Manuel Mejía Vallejo, hijo ilustre de Jericó, tituló su primera novela “La tierra éramos nosotros”. Sus paisanos parecen evocarlo en tiempo presente: la tierra somos nosotros. Y las aguas. Las especies animales y botánicas.

El Tribunal Administra­tivo de Quindío advirtió en Salento que “el subsuelo y los recursos naturales no renovables pertenecen al Estado y no a las entidades territoria­les”. El Concejo de Jericó aprobó el acuerdo 010 de 2018 que proscribe la minería metálica en su territorio, entre otros. Dicha disposició­n fue demandada.

El Tribunal Administra­tivo de Antioquia no tiene la palabra, sino la vida

La tierra somos nosotros. Y las aguas. Las especies animales y botánicas.

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