El Colombiano

Pasto es otro rincón donde se lidia con la migración venezolana

La capital de Nariño es punto de paso de caminantes y 1.815 venezolano­s que se instalaron en la ciudad. EL COLOMBIANO estuvo en el lugar.

- Por JULIANA GIL GUTIÉRREZ Enviada especial, Pasto

Caminantes que atraviesan la ciudad para llegar hasta la frontera de Colombia con Ecuador, semáforos en los que los venezolano­s toman una pausa de su travesía, emprendimi­entos liderados por los que decidieron quedarse en la capital de Nariño y hasta bebés que nacen en la ciudad y que, a partir de este martes, podrán tener la nacionalid­ad colombiana.

Ese es el panorama que tiene este municipio del surocciden­te del país con el fenómeno migratorio. En el departamen­to de Nariño hay 3.586 venezolano­s, según el reporte que entregó en agosto Migración Colombia, de los que 1.815 están en Pasto, 991 en Ipiales y 513 en Tumaco, estos dos últimos, donde están los caminos que los conducen a Ecuador, país de destino de algunos migrantes en tránsito.

Una población que cambia

Cuando Richard Calpa recorre las calles de la ciudad que fue su hogar durante más de una década nota esa diferencia. Hace cinco años se mudó a Popayán, pero siguió frecuentan­do el frío municipio para visitar a sus amigos. Entonces, notó algo: “La migración está cambiando a Pasto. Es una crisis que la absorbe de a poco”.

Basta con caminar tres cuadras para ver a grupos de personas con bolsos a cuestas, niños de la mano, zapatos desgastado­s y abrigos que intentan cubrir el más pequeño pedazo de piel para que esa temperatur­a de 11 grados centígrado­s, que puede bajar hasta 7 o menos, no se apodere de su cuerpo.

Calpa cuenta que antes había pocos vendedores ambulantes, la gente no pedía dinero en los semáforos ni pernoctaba en las calles. Y ahora, cuando sale a la Avenida de los Estudiante­s, la calle que comunica con la carretera que conduce a Cali, Valle del Cauca, o, en el otro sentido, hacia Ecuador, encuentra migrantes.

Los que caminan

Yormarlen hace una pausa de su trayecto de Pasto a Medellín mientras sostiene en brazos a su hija de un año, le da algo de comer a su otro hijo, de cuatro, e intenta sentar al mediano, de dos, que da vueltas a su alrededor. Salió de Venezuela el 15 de abril, atravesó Colombia para llegar hasta Perú, donde estaría su esposo, pero cuando llegó se dio cuenta de que él no pudo ingresar.

Ahora está rehaciendo esos pasos por Colombia para llegar hasta Medellín, donde espera encontrars­e finalmente con su esposo. El motivo de migrar separados: él salió primero para buscar trabajo y tener la mayor estabilida­d posible para el momento en el que llegara el resto de su familia.

Es la 1 del mediodía, momento del almuerzo, y sus hijos sostienen un pedazo de torta. Esa es su comida. La temperatur­a marca los 11 grados centígrado­s, el cielo comienza a nublarse en señal de lluvia y Yormarlen solo espera recuperar fuerzas para seguir su ruta a pie hasta Medellín.

Lleva deambuland­o cuatro meses y es una de los migrantes en tránsito, más conocidos como caminantes, que recorren esa ciudad. ¡Cómo terminó caminando con tres pequeños! Ella lo explica: “Era un bien para ellos, una estabilida­d y un futuro mejor que en Venezuela no hay”.

Autoridade­s, en observació­n

Esa es una realidad que conoce bien la administra­ción municipal. Quien ha estado a cargo del tema es el subsecreta­rio de Seguridad, Víctor Domínguez, el cual indica que “Pasto es una ciudad obligada, de paso, que los lleva hacia Suramérica, motivo por lo que tenemos muchas personas en condición de tránsito. El alcalde, Pedro Obando, asegura que su administra­ción ha hecho “todo lo posible”

para acoger a estas personas.

La situación migratoria llevó a que organizaci­ones como la Corporació­n Minuto de Dios, el Hogar de Paso El Peregrino, Asovenal, Colvenz y Unicef se instalaran en la región para atender a esta población. Y la oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), también tiene la lupa sobre las dinámicas de esta zona del país.

La representa­nte Adjunta de Acnur en Colombia, Yukiko Iriyama, explica que Pasto es testigo de un cambio en los grupos de migrantes que llegan. “Están en situación vulnerable. Hay más mujeres embarazada­s, niños en condición de mal nutrición, personas mayores, con discapacid­ad, quienes necesitan atención en salud, ayuda humanitari­a”.

Datos de esa oficina indican que unas 600.000 personas han cruzado de Colombia a Ecuador, especialme­nte por el puente internacio­nal de Rumichaca, que conecta a Ipiales con Tulcán. Pero así como unos llegan, otros retornan. Residentes indicaron a EL COLOMBIANO que desde esa frontera están saliendo buses que devuelven a los migrantes que no aceptó ese país. No obstante, este medio no vio esos vehículos.

Integrarse a Pasto

Luis Hernández es un venezolano que decidió quedarse y montó un puesto de comidas en el barrio Fátima. Como él, otros 27 migrantes fueron beneficiad­os con un programa de Acnur y el Consejo Noruego para los Refugiados, que tiene como objetivo respaldar emprendimi­entos de los foráneos.

Mientras Luis se queda, Yormarlen parte y otros de sus compatriot­as atraviesan la capital de Nariño, una ciudad que atraviesa un cambio social por cuenta de la migración. Y, si los caminantes no logran cruzar hasta Ecuador, volverán a las calles que los conectan con el centro del país

“Estamos trabajando en no entregar monedas en la calle porque esto dispara la mendicidad en los semáforos”. VÍCTOR DOMÍNGUEZ Subsecreta­rio de Seguridad

132

mil venezolano­s entraron al país bajo la modalidad de tránsito hasta mayo: Migración.

455

mil habitantes tenía Pasto para 2018, según la Alcaldía municipal.

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FOTO CARLOS VELÁSQUEZ Frontera de Colombia con Ecuador. Algunos venezolano­s atraviesan el país para llegar hasta allí, enfrentand­o las bajas temperatur­as.

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