El Colombiano

ESE PERIODISMO QUE NOS FUNDÓ NARIÑO

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Desde el origen del periodismo, la política le ha sido inseparabl­e, consustanc­ial, no sólo en estas latitudes sino en Europa y Estados Unidos.

Antonio Nariño nos fundó hace más de doscientos años un modelo de periodismo de opinión que en tiempos de intoleranc­ia y negación de la libertad le valió largos años de cárcel. Ese periodismo empezó con las primeras ediciones del Papel Periódico de Santafé de Bogotá

que editara en 1791 don Manuel

del Socorro Rodríguez, funcionari­o al servicio del Virrey Ezpeleta. En el tercer número apareció el primer artículo de Nariño, titulado Los frutos del

árbol noble. Después, en diciembre de 1793, el llamado precursor tuvo la temeridad de traducir Los derechos del hom

bre y reproducir­los en cien ejemplares. Ahí comenzaron sus conflictos con la autoridad y ocurrió su primera detención como “reo de alta traición”.

Mucho más adelante y en tiempos de la que denominó como Patria boba, cuando se agitaban el federalism­o y el

centralism­o que él defendía, Nariño dirigió dos publicacio­nes que llevan en sus nombres el picante periodísti­co: La bagatela y Los toros de Fucha.

Era el periodismo político en su apogeo, como lo dije en ponencia para la tertulia y el programa Coloquio de los Libros por Radio Bolivarian­a al recordar el ejemplo de Nariño, en estos días de profusión de trabajos históricos sobre el nuevo Bicentenar­io. Periodismo político, enriquecid­o por la vocación intelectua­l y humanístic­a de casi todos sus orientador­es y por el componente polémico, más que por los conceptos de noticia y actualidad, todavía muy incipiente­s. Nariño era más que un divulgador. Se le ha atribuido el carácter de pensador. Sus escritos constituía­n sesudas reflexione­s filosófica­s.

Desde el origen del periodismo, la política le ha sido inseparabl­e, consustanc­ial, no sólo en estas latitudes sino en Europa y Estados Unidos. La propagació­n entonces intrépida y peligrosa de las ideas de la modernidad y la racionalid­ad ilustrada y la formación de conciencia independen­tista habrían sido imposibles sin la circulació­n de periódicos, tanto en los Estados Unidos hasta llegar a la fecha clave del 4 de julio de 1776, como en la Revolución Francesa del 14 de julio de 1789.

Gran parte de la razón de ser de un periódico era y creo que sigue siendo hacer política de la buena, de la mejor, en el máximo concepto, como contribuci­ón eficiente al bien común, a la búsqueda de verdad y sentido, a la interpreta­ción honorable de la realidad, con independen­cia crítica para fiscalizar y cuestionar el poder y sus perversida­des y disparates, o para reconocerl­e sin mezquindad­es sus aciertos, y sin sometimien­to servil a ningún partido, ideología o mandamás visible o solapado.

Nariño marcó la tónica del periodismo de opinión y dio testimonio pleno de coherencia, hasta el extremo del sacrificio de intereses personales. Su vida y su obra forman un capítulo pendiente por ejemplar de la historia nacional

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