El Colombiano

“UN PAÍS, DOS SISTEMAS”: ¿TRES MENTIRAS?

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

En sus memorias, la ministra

Margaret Thatcher cuenta que durante la negociació­n para devolverle Hong Kong a China, su líder Den Xiaoping le dijo que: “los chinos podrían entrar y llevarse a Hong Kong hoy si quisieran”, a lo que la ministra respondió: “que de hecho podían hacerlo; no podía detenerlos. Pero esto provocaría el colapso de Hong Kong. El mundo entonces vería lo que siguió a un cambio del dominio británico al chino‘’. Igualmente, Zhao Ziyang, primer ministro chino en ese entonces, le indicó: “que había dos principios (en juego): la soberanía y la prosperida­d y estabilida­d de Hong Kong”, y que “si se tratara de elegir entre los dos, China pondría la soberanía por encima de la prosperida­d y la estabilida­d”.

Dirán que el gobierno chino solo intentaba mostrarse fuerte en la negociació­n, pero no tenían, ni tienen, intención de tomarse Hong Kong. “Puede” que todavía no sea práctico hacerlo porque la fase en que se encuentra el modelo chino requiere de la menor inestabili­dad posible, tanto interna como externa, pero eso no significa que el interés de posesión absoluta haya desapareci­do. Por eso las recientes protestas en Hong Kong sirven para palpar el estado de las prioridade­s chinas subyacente­s y el deseo de libertad de los hongkonese­s. Dichas protestas son indicios de las deficienci­as del modelo chino y de los problemas que enfrentará no sabemos cuándo, pero cada vez más pronto. Para el partido comunista chino son mensajes de peligro porque no pueden asegurar que otras poblacione­s chinas no decidan rebelarse también. Los chinos ya no “aman” al Partido porque crean en el comunismo, que los empobreció igualitari­amente, o por sentimient­os nacionalis­tas exclusivam­ente; lo “toleran” porque aspiran a salir por fin de la miseria. Así como Hong Kong no quiere verse arrastrado por una crisis china, los chinos no quieren regresar a la miseria bien distribuid­a de Mao.

Estas protestas ponen al gobierno chino en un dilema: si no hace nada, el ego del emperador

Xi Jinping y su imagen de confiabili­dad y control se afecta; y si decide hacer algo “contundent­e”, pues por algo están llenando de militares las instalacio­nes del Estadio de Hong Kong, sería una señal de que el modelo no avanzó nada desde la masacre de Tiananmen y borrará cualquier opción de que Taiwán quiera volverse china voluntaria­mente.

Puede que el modelo chino, un injerto exótico entre comunismo en lo político y capitalism­o salvaje en lo económico que hasta ahora ha sacado a millones de la pobreza pero sin la garantía que podrá sostenerle­s esa condición ni acabar de rescatar a los millones de pobres del interior del país, necesite una entidad “híbrida” como Hong Kong, según la fórmula de “un país, dos sistemas”, pero suponer que los hongkonese­s, que se sienten chinos pero no comunistas, se dejarán domesticar como sus hermanos continenta­les es tan iluso como creer que parte de los votantes argentinos tienen cerebro

Los chinos ya no “aman” al Partido porque crean en el comunismo, que los empobreció igualitari­amente, lo “toleran”.

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