VÁLIDAS ACUSACIONES
Un balance riguroso de la intervención del presidente Duque en la ONU, deja un saldo favorable. A pesar del pasivo causado por el descuido de quienes le incorporaron al documento fotos erróneas, la contundencia de sus acusaciones contra Maduro son válidas. Las sindicaciones de que el absolutismo del capataz venezolano da albergue y aire a todos los terroristas que ejercen contra Colombia, fueron incontrovertibles y elocuentes. Si esa presentación pudo ser empañada con cuestionadas fotografías, opinamos que en su esencia los argumentos no fueron desvirtuados, y menos que hayan perdido legitimidad, porque los hechos y las acciones del régimen venezolano contra los derechos humanos y la misma soberanía de Colombia, han sido tan comprobados, que no dejan dudas del cinismo de aquel jayán.
Los juicios de valor emitidos por Duque contra el oprobioso régimen, pudieron más que las equivocadas imágenes, cuyas responsabilidades en las transcripciones ya las están asumiendo quienes elaboraron el dossier, como también lo deben hacer los encargados de velar porque las imágenes entregadas al Jefe de Estado para respaldar sus afirmaciones, fueran auténticas, a prueba de toda duda y de todo examen. El hecho de haber logrado el gobierno Duque la aprobación del Tratado de Defensa Internacional –Tiar– en caso de agresión militar venezolana contra Colombia, es un éxito que no admite equívocos.
Confiamos que Iván Duque no se dejará amilanar por los aspavientos de sus contradictores que aprovechan las torpezas de algunos de sus asesores, para capitalizarlas en su contra. Tiene su propia personalidad, carisma e inteligencia para superar momentos amargos y asimilar golpes bajos. Tiene que reconocérsele la solidez de sus argumentos expuestos ante la ONU para demostrar el peligro que corre el mismo continente con ese modelo revolucionario y anárquico del socialismo del siglo XXI, riesgo frente al cual la comunidad internacional no puede ser indiferente. Comunidad que no puede pegarse de tres o cuatro fotografías en “fuera de lugar” para desvirtuar los documentos probatorios consignados en 120 páginas, expediente de la tradición intervencionista de Venezuela en los destinos colombianos. Y menos congelar las naciones democráticas de América las acciones contundentes en la salvaguarda de la democracia de la región. Sería más que un error, un crimen.
Existe la intención, dada la radicalización del país, de deslegitimar las denuncias ante la comunidad internacional por cuenta de una torpeza de quienes dejaron introducir de contrabando unas fotos que en tiempo y lugar están erradas. Pero el país sensato, el que comienza a mirar tanto una guerrilla refugiada y bien armada preparando ataques contra Colombia, como a millón y medio de venezolanos que copan espacios de las grandes y medianas ciudades colombianas en una honda crisis migratoria, acompaña los esfuerzos que hace el presidente Duque para que la comunidad internacional reaccione con eficaz solidaridad. Y menos le deje a Colombia toda la responsabilidad de asumir sola, la carga económica, social y humanitaria, que puede llevarla, más que a la discusión fotográfica, a reventarla
Los juicios de valor emitidos por Duque contra el oprobioso régimen, pudieron más que las equivocadas imágenes.