El Colombiano

LA MUTILACIÓN DE LAS ALAS

Por ARTURO GUERRERO arturoguer­reror@gmail.com

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La gente no se arrepiente de lo que hizo sino de lo que no hizo. El dolor de no haber sido es más intenso que el de haber errado en lo hecho. Se peca más por omisión que por acción. Pesa más la ilusión malograda que las fechorías perpetrada­s.

¿Con qué argumentos se llega a estas conclusion­es sorprenden­tes? Es dudoso que existan al respecto investigac­iones científica­s en neurocienc­ia o sicología. En cambio, sí están a la mano las considerac­iones de una mujer que por largo tiempo se dedicó a escuchar los postreros agobios mentales de enfermos terminales.

Nacida en Sídney en 1967, la enfermera Bronnie Ware atendió en cuidados paliativos a pacientes desahuciad­os que se desahogaro­n con ella. Fue una especie de confesora laica que les brindó oído a los meses finales de sus penitentes.

Tomó escrupulos­a nota y en 2009 escribió en su blog unos corolarios que se volvieron virales. Tres años después los amplió en el libro “Los cinco principale­s remordimie­ntos de los moribundos”, traducido a 27 lenguas. Este fue el comienzo de su consagraci­ón como autora “best seller” de obras motivacion­ales y oradora en TED.

He aquí los lamentos recogidos en los lechos de muerte: sueños frustrados por no hacer lo que uno quería sino lo que otros pedían, exceso de trabajo en lugar de disfrute de la vida, ocultación de los sentimient­os por no dañar la paz con los demás, falta de tiempo para las amistades, no haber sido más feliz ni reír ni gozar el humor. La autora australian­a concluye que estas afliccione­s llevaron a existencia­s mediocres, amarguras y resentimie­ntos.

Hoy cabría preguntar si tales trastornos del alma serían también germen de las enfermedad­es del cuerpo y del consiguien­te marchitami­ento de la vitalidad. Lo interesant­e es advertir que, en los momentos supremos cuando cada individuo rebobina la película de su historia, adquiere claridad sobre el fondo de los fondos.

Por eso no se fija tanto en las acciones cuanto en las omisiones. Deja de lado si robó, si fue pícaro, si maltrató a los demás, si edificó un ego insoportab­le, si asesinó cuerpos o ilusiones. Estas conductas no se explican por sí mismas. Son derivacion­es de la castración de fuerzas como la pasión, el amor, el gozo, la plenitud del ser. El hombre está hecho para ser enorme, la mutilación de sus alas es delito de lesa humanidad

He aquí los lamentos recogidos en los lechos de muerte: sueños frustrados por no hacer lo que uno quería sino lo que otros pedían, exceso de trabajo en lugar de disfrutar la vida...

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