El Colombiano

EN DEFENSA DEL OCIO

- Por ALDO CIVICO aldo@aldocivico.com

En estos días, un empresario de Medellín me compartió esta historia, que me hizo reflexiona­r bastante, sobre el estilo de vida y la ética de trabajo que personific­amos.

En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsabl­e y este, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensarlo y le dijo que podía empezar al día siguiente. Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles. El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasament­e la mitad del primer día. Al tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su fuerza contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos. Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimient­o del joven leñador, le preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?” El joven respondió: “Realmente, no he tenido tiempo… He estado demasiado ocupado cortando árboles”. El leñador jefe le respondió: “Has de saber, que si no dedicas tiempo a afilar tu hacha, todo el esfuerzo que emplees, será en vano”.

Vivimos muchas veces una vida acelerada, llevada por la ilusión de que si trabajamos somos más productivo­s y nuestro rendimient­o es más alto. Conozco a emprendedo­res y a ejecutivos que si no trabajan el fin de semana sienten culpa. El lema:” trabajar, trabajar, trabajar”, es empleado a veces para significar la ética del trabajo que caracteriz­a a los paisas. Pero esta es una visión que no solo puede conducir a un grave agotamient­o, sino que, a un rendimient­o más bajo, al desgaste de las relaciones, a la disminució­n de la motivación. Es una actitud, además, que desconoce la importanci­a del ocio, lo que en el cuento se refiere a la importanci­a de afilar el hacha.

De hecho, es durante los momentos de ocio cuando se forman nuevas rutas neuronales, algo así como cuando los músculos crecen y se sanan al descansar después del ejercicio. Por ejemplo, Walter Benjamin, en su ensayo The Storytelle­r, argumenta que el ocio tiene una relación positiva con la literatura. Además, dice el filósofo alemán, la creativida­d requiere de la relajación, sin la cual no es posible asimilar. Para Benjamin, ocio y relajación son sinónimos. Bajo este principio, por ejemplo, el psicoanali­sta Oliver

Sacks, cada día después del almuerzo, caminaba alrededor de la cuadra y tocaba el piano durante varios minutos. El ocio debería ser una actividad diaria. En Medellín hay empresas que hacen del ocio un pilar de su cultural organizaci­onal, como, por ejemplo, Mattelsa, para quienes el ocio consiste en “tener tiempo suficiente para hacer todo aquello que produzca felicidad. Tiempo de calidad para compartir con la familia, los amigos o la pareja; generar espacios que permitan crear una desconexió­n que abra rutas mentales y permita tener una visión mucho más amplia de todo lo que nos rodea”. Que este fin de semana, entonces, lo vivamos promoviend­o el ocio; enfoquémon­os a afilar el hacha

El ocio debería ser una actividad diaria. Que este fin de semana, entonces, lo vivamos promoviend­o el ocio.

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