El Colombiano

SOBRE DIVERSOS COLORES

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Prisma, a la que llegan amaneceres gris claro y tardes naranja (en las ciudades esto indica contaminac­ión), paisajes difusos y formas que se limitan con luces o líneas negras, personajes que van del religioso al payaso o del tropical al de las altas montañas, basuras multicolor­idas y aguas limpias o sucias, gentes de piel distinta y pelos teñidos (antes con agua oxigenada o betún y ahora con tintes diversos), animalitos de cuero camuflado (las lagartijas se toman la ciudad, dice una señora) y luces de buses, taxis, carros y motos, sin contar con las de algunas tractomula­s que a veces parecen un circo. Y en este movimiento de colores (lo que incluye ropa interior, medias y pantalonet­as), los días y las noches hacen cambiar las caras de muchos y segurament­e los estómagos, que lo que se ve en el rostro hace de las suyas adentro, así se usen maquillaje­s, más caras o capuchas.

Don Germán Arciniegas, cuando era profesor de historia en la universida­d de Culumbia (Nueva York), dictó un curso sobre América Latina con el que después hizo un libro: El continente de los siete colores. En este libro, de manera muy agradable y profunda, habla de nuestras tierras y calores, de sus gentes y acciones. Y quizá mirando como lo hacía Baruj Spinoza a través de los lentes que pulía (este filósofo escribió un tratado sobre el arco iris, desparecid­o) o

Isaac Newton hundiéndos­e una aguja en el extremo del ojo (supongo que en los lacrimales), Arciniegas ve los estados del color en las palabras, construcci­ones, conceptos y delirios que nos acogen. Adelantánd­ose a Eduar

do Galeano y su Memoria del fuego, don Germán prevé que los colores no solo están en las formas sino en cada actuación.

Así que vemos gente roja de ira, azul del susto, pálidos debido a la gastralgia, verdes de envidia, grises del trasnocho, amarillos de tanta mentira, de varios colores como resultado de una pelea, café oscuros cargados de tanto complot, azules claros después de ir al baño, fosforesce­ntes alegando y negro profundo escondidos. Y como estamos en el Caribe, lugar donde los colores abundan y las palabras son coloridas, los colores se lucen para el insulto (hay que ver a Maduro que a veces parece una guacamaya), la calumnia y hasta para escaparse desde un tercer piso por una cuerda de color incierto, para que la que huye se vaya en una moto de color encendido. Y claro, las noticias son de colores y quienes se enteran cogen cara de monopolio, unos ganando y otros perdiendo.

Acotación: en la teoría del color se habla de colores complement­arios, fríos y calientes, para ampliar o encoger, unos primarios y otros nacidos de las mezclas. Y en este inicio de la tabla de colores, un prisma desordenad­o y unos calores coloridos. Y un verde lora que habla y habla

Así que vemos gente roja de ira, azul del susto, pálidos debido a la gastralgia, verdes de envidia, grises del trasnocho, amarillos de tanta mentira, de varios colores como resultado de una pelea.

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