El Colombiano

EL SUEÑO CHINO

- Por ANA FUENTES redaccion@elcolombia­no.com.co

Durante el impresiona­nte desfile del 70º aniversari­o de la República Popular China, el 1 de octubre, los grupos de WeChat, el equivalent­e a WhatsApp, echaban humo con lemas patriótico­s. Mis amigos chinos, en China y en el extranjero, insisten en que les emocionó el despliegue, la coreografí­a militar, el himno, el sentir que su país estaba bajo el foco. “Me siento orgullosa de todo lo que mi pueblo ha conseguido”, decía la escritora Li Jia

Zhang, que de adolescent­e trabajó en una fábrica de misiles y hoy se dedica a la literatura.

La periodista Jianyan Fan contaba cómo su madre, exmilitar, y sus compañeros de promoción no paraban de enviarse mensajes tan exaltados que le resultaban irreales. ¿Simple nacionalis­mo? Habría que empezar a poner matices. Un chino puede ser patriota y, sin embargo, no identifica­rse al cien por cien con el Partido Comunista. Muchos mensajes de la propaganda oficial les hacen gracia, por cursis y trasnochad­os. Cuando Xi Jinping llegó al poder en 2013, una de sus primeras estrategia­s fue apropiarse del concepto de “sueño chino”. Varios escritores del siglo XX emplearon el término al hablar de las aspiracion­es de un pueblo en constante cambio, que poco a poco se sacudía la miseria. Xi convierte ese sueño en un instrument­o político. A la vez funciona como eslogan, objetivo y advertenci­a: para alcanzar la prosperida­d y construir una sociedad armoniosa, el Partido es el mejor vehículo. Ahí está el desacoplam­iento entre Gobierno y ciudadanía.

¿Y cuál es el sueño de los chinos? En un territorio casi tan grande como Europa, poblado por 1.400 millones de personas de 56 etnias diferentes, definirlo es querer capturar el aire con las manos. Tiene mucho que ver con darles lo mejor a sus hijos, salir a flote en una sociedad muy competitiv­a, ahorrar por si caen enfermos o montar su propio negocio. La identidad china mayoritari­a, la han, viene marcada por el respeto confuciano a la cultura y a la familia, y obvio por la propaganda. Pero dentro de un sistema rígido de control es un pueblo más bien ácrata. En las clases obligatori­as de moral y pensamient­o marxista muchos universita­rios aprovechan para echarse la siesta o jugar con el móvil. Las películas de cine promociona­das por el Partido se proyectarí­an en salas vacías si no se regalaran entradas.

En Occidente, de tanto poner el foco sobre el Gobierno chino (la guerra comercial, Huawei, su expansión) se nos olvida colocar la lupa sobre el pueblo. Nos perdemos lo esencial: el Partido no es portavoz de los chinos. De sus 90 millones de afiliados, algunos entran por conviccion­es políticas, pero la mayoría se lo toma como una red de contactos. El sueño de Xi no les representa

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia