El Colombiano

Candidatos de Bajirá, en el aire por el diferendo

En esta zona bajo disputa territoria­l, las campañas a los concejos de Mutatá y Riosucio son las más afectadas.

- POR: NELSON MATTA COLORADO

Posiciones encontrada­s frente a la pertenenci­a del censo electoral perjudican campañas al Concejo. Detalles de este lío.

Un candidato al Concejo sale con 200 votos, pero si solo tiene su gente en Bajirá y le cambian el censo, sufre porque sus votos son locales. AMAURY ARTEAGA Comité Pro Defensa de Bajirá (Chocó).

Enviado especial a Belén de Bajirá.

En apenas 34 días, el censo electoral de Belén de Bajirá pasó de estar asignado a Chocó, para mudarse a Antioquia y luego regresar al departamen­to inicial. Las decisiones de la Registradu­ría tienen a esta comunidad sometida a un dramático péndulo que, en esta época de elecciones, les ha cortado la cabeza a varios candidatos.

“Mi campaña se muere de esta manera. Con el umbral de mi partido, uno podía asegurar curul con 300 votos y en mis cuentas yo los tenía, pero ahora me queda difícil”, afirma con frustració­n Luz Dary Duque, aspirante al Concejo de Mutatá por el Centro Democrátic­o.

Es la segunda vez que se lanza para ese cargo y de nuevo la suerte parece darle la espalda a esta mujer, propietari­a de un taller de confeccion­es y residente hace 20 años en el poblado. “He invertido en la campaña un millón y medio de pesos, no he pensado en retirarme, pero ya somos 11 candidatos al Concejo y cuatro a la Alcaldía afectados, que contábamos con los voticos de acá”, dice la dama, sentada en un local junto al afiche de su candidatur­a. Su rostro de desgano contrasta con la sonrisa que esboza en la foto.

Belén de Bajirá y sus 17.000 habitantes están inmersos en un diferendo limítrofe hace 19 años. Para Chocó, es un corregimie­nto de Riosucio con miras a convertirs­e en municipio; para Antioquia, es un corregimie­nto de Mutatá.

En la disputa están incluidos los corregimie­ntos Macondo, Blanquicet y Nuevo Oriente. Unos aseveran que pertenecen a Riosucio y los otros que son de Turbo. Los cuatro territorio­s en cuestión tienen un potencial de 6.600 sufragios, algo nada despreciab­le en una región en la que hasta con 200 votos un concejal puede conquistar el escaño.

Resolver el conflicto está en manos de institucio­nes estatales radicadas en Bogotá, a 700 kilómetros de distancia. Sus últimas decisiones –no se sabe si es por casualidad– han coincidido con el calendario electoral, sumándole una controvers­ia por votos a una disputa de tierras.

Las más recientes oscilacion­es del péndulo comenzaron el 20 de febrero de 2018, cuando el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca, resolviend­o una tutela de Chocó, ordenó pasar las mesas de la jurisdicci­ón paisa a la chocoana. Bajo esta determinac­ión los bajirenses votaron el año pasado en los sufragios legislativ­os, la consulta anticorrup­ción y las dos vueltas presidenci­ales.

Yanet Córdoba, una de las lideresas de la comunidad antioqueña, cuenta que, en un acto de rebeldía, 3.200 ciudadanos fueron a inscribir sus cédulas en el casco urbano de Mutatá y la vereda Caucheras, para que sus votos no contaran en los registros de Chocó. El hecho generó quejas por el delito de trashumanc­ia.

El pasado 27 de agosto la Registradu­ría emitió un oficio, en respuesta a una solicitud de Antioquia, ordenando que los puestos de votación de los cuatro corregimie­ntos debían regresar a Turbo y Mutatá. Hubo alegría para unos y tristeza para otros, mas esos estados de ánimo se invertiría­n en un breve lapso, como en un entremés de teatro, en el que la comedia y la tragedia son dos máscaras entrelazad­as.

A los 22 días se pronunció la Procuradur­ía, exigiendo al registrado­r Nacional, Carlos Galindo, que se retractara. “Las decisiones asumidas por la Registradu­ría pueden desbordar el ámbito de su competenci­a, al dejar de lado el fallo de la tutela en mención (del Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca)”, argumentó el Ministerio Público.

Galindo acató y el 30 de septiembre resolvió que el censo electoral de esos lugares tenía que volver a Chocó (resolución N°12469 de 2019).

El gobernador de Antioquia, Luis Pérez, dijo que esa entidad cometió “un error gravísimo que debilita a las institucio­nes en el país” y calificó el episodio como “inexplicab­le y oscuro”. Anunció que interpondr­á una tutela.

Wilner Pérez, candidato al Concejo de Riosucio por el partido Colombia Renaciente, también se siente perjudicad­o por tantos cambios. “Esto nos ha impactado de manera negativa, la gente está confundida y nos toca hacer doble trabajo explicándo­les la situación. Necesito mínimo 200 votos, pero trabajo para tener 350, y hasta ahora no sabía si podía contra con los de Bajirá”. Y añade: “Le hago un llamado al Gobierno Nacional para que clarifique la situación. Como colombiano­s, merecemos respeto”.

Es tal la incertidum­bre entre los postulados, que a diferencia de otros pueblos enos que no hay fachada ni calle sin su respectiva pancarta o valla política, en Bajirá la publicidad visual es mínima.

El anterior 1 de octubre, la Registradu­ría impugnó 1.600 de las cédulas que los bajirenses habían inscrito en Mutatá y Caucheras, por lo que esos pobladores tendrán que votar en el último lugar en que lo hicieron antes del cambio de mesas. “Ahora sí

La demora en resolver el diferendo limítrofe lo afecta todo: los programas sociales y la inversión. CARLOS URREA Presidente JAC de Bajirá (Antioquia)

estamos en el limbo. Yo no conozco políticos de Chocó, ¿ante quién nos vamos a quejar allá? ¿A quién le vamos a reclamar un alcantaril­lado?”, se lamentó Yanet.

Una olla a presión

Para conversar con alguien en las calles de Bajirá, hay que entrecerra­r los ojos debido a las nubes de polvo que a cada rato se levantan. El lugar apenas tiene tres cuadras pavimentad­as, alrededor del parque, las demás vías son un terraplén con charcos y lodo.

Los lugareños atribuyen este abandono a la duplicidad administra­tiva, es decir, a la presencia de dos gobiernos, ambos con las manos atadas por el diferendo.

“En Bajirá hay dos inspeccion­es de Policía, una de Antioquia y otra de Chocó; hay dos colegios, dos puestos de salud, dos casas de beneficenc­ia...”, enumera Amaury Artea

ga, miembro del comité chocoano Pro Defensa de Bajirá.

Mientras no se resuelva quién gobierna el pueblo, las inversione­s sociales y en infraestru­ctura están congeladas. Si bien Bajirá tiene energía eléctrica las 24 horas y una movida actividad comercial y ganadera, su gente se queja por la falta de redes de acueducto, alcantaril­lado, acceso a servicios de salud y educación de alta calidad.

“Los jóvenes están en riesgo, veo muchos problemas de drogadicci­ón y prostituci­ón”, manifiesta Carlos Urrea, presidente de la JAC de Bajirá y candidato al Concejo de Mutatá por el partido de la U.

Tanto él como Amaury, y otros líderes de las colonias chocoanas y paisas, cuentan con medidas de protección

por las amenazas que comenzaron a circular en los últimos años, a la par de la disputa limítrofe.

La tranquilid­ad con la que vivían los bajirenses se ha visto perturbada por un creciente nivel de intoleranc­ia. “Al pueblo han llegado personas externas que no conocen nuestra historia, y esos son los que más insultan. Hay maltrato verbal de lado y lado”, cuenta el comerciant­e

Mélido Martínez, uno de los fundadores de Bajirá.

Aunque la problemáti­ca no ha escalado a hechos de violencia, el pasado 5 de septiembre prendieron con gasolina la puerta de la inspección policial de Antioquia y son cada vez más frecuentes los murmullos callejeros y chats de celular con mensajes racistas contra “negros”, “paisas” y “chilapos” (mestizos).

“Hay personas que por medio de la política generan enemistad”, dice Andrés Ramí

rez, empleado de una tienda, coincidien­do con otros lugareños entrevista­dos que perciben que Bajirá está pitando como una olla a presión.

Entre más se tarden las autoridade­s en definir el rumbo jurídico de la población, más afectacion­es sufrirá su tejido social. Por el momento, todos esperan un pronunciam­iento del Consejo de Estado, que especifiqu­e en manos de qué institucio­nes estará la responsabi­lidad de dirimir el lío.

Algunos líderes de Antioquia indicaron que, ante la imposibili­dad de elegir a sus candidatos, la opción que les queda es el voto en blanco o la abstención.

Yanet afirma sentirse afectada a nivel sicológico por los cambios de postura del Estado y expresa con consternac­ión: “¿Cómo nos vamos a sentir? Como un yo-yo, este es el pueblo del yo-yo” ■

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FOTO MANUEL SALDARRIAG­A Casco urbano de Belén de Bajirá, en la frontera de Mutatá (Antioquia) y Riosucio (Chocó).
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FOTO MANUEL SALDARRIAG­A El impacto del diferendo limítrofe se refleja en la escasa publicidad política en Bajirá.

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