El Colombiano

Genética desvirtúa viejas ideas sobre la raza única.

A propósito del 12 de octubre, una mirada a cómo ha cambiado el concepto racial desde los científico­s.

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La ciencia ha remodelado el debate racial en el siglo veintiuno. Desde que los investigad­ores completaro­n el Proyecto del Genoma Humano (secuencia de ADN) en 2003 se comenzó a examinar la ascendenci­a humana a través de la genética.

Esto posibilitó que se abordaran temas como las migracione­s humanas fuera de África. Y no solo los científico­s están entusiasma­dos con la genética humana, compañías como FamilyTree­DNA, Ancestry, 23andMe y Veritas Interconti­nental, con presencia en Colombia, ofrecen pruebas de composició­n genética ancestral que le pueden indicar que usted tendría, por ejemplo, 48 por ciento de variantes genéticas amerindias, 51 por ciento de europeas y 0.001 de africanas.

Al describir la especie humana, la raza ha sido un constrúcto sociocultu­ral aceptado,

escribiero­n los investigad­ores Jada Benn Torres y Rick A. Kittles, en su publicació­n cientí

fica La relación entre la “raza” y la genética en la investigac­ión biomédica, publicada en 2007 en la revista Current

Hypertensi­on Reports.

Pero ese concepto carece de evidencia genética de apoyo y nuevos hallazgos destruyen viejas ideas sobre la raza. Las clasificac­iones populares de raza se han basado principalm­ente en el color de la piel, con otras caracterís­ticas relevantes que incluyen altura, ojos y cabello. Aunque estas diferencia­s físi

cas pueden parecer, en un nivel superficia­l, muy dramáticas, están determinad­as por solo una pequeña porción del genoma: se ha estimado que la especie humana comparte el 99.9% del ADN. Las pocas diferencia­s que existen reflejan diferencia­s en los entornos y factores externos, no en la biología central.

No es el color de la piel

Es importante destacar que la evolución del color de la piel se produjo de forma independie­nte (por adaptacion­es al ambiente) y no influyó en otros rasgos como las habilidade­s mentales y el comportami­ento. Estimar la composició­n ancestral hasta 0.1 por ciento parece sugerir que hay divisiones exactas y categórica­s entre las poblacione­s humanas. Pero la realidad es mucho menos simple. En comparació­n con el entusiasmo del público en general por las pruebas de ascendenci­a, la reacción de los científico­s ha sido más tibia.

Para ellos las líneas entre las ancestrías son mucho más borrosas de lo que las empresas que hacen pruebas de ascendenci­a lo hacen creer.

La investigac­ión indica que el concepto de “cinco razas” (africana, europea, asiática, de Oceanía y nativa americana), en cierta medida, describe la forma en que las poblacione­s

humanas se distribuye­n entre los continente­s. Existe una amplia variación dentro de la diversidad de dos personas, dice Gabriel Bedoya, líder de investigac­ión del grupo Genética Molecular (Genmol) de la Universida­d de Antioquia. Y aclara que lo importante es comprender que la ancestría, ancestrali­dad o composició­n genética ancestral, remplazará definitiva­mente la palabra raza, tanto en los estudios de la historia evolutiva de las poblacione­s humanas (este es otro concepto que la puede reemplazar) y en los estudios de la genética de enfermedad­es comunes, o con patrones de herencia complejos como cáncer, enfermedad­es cardiovasc­ulares, metabólica­s, psiquiátri­cas y neuro-degenerati­vas.

La creciente evidencia científica ha demostrado que los humanos son fundamenta­lmente más similares que diferentes entre sí. Justo hoy que se conmemora la llegada del español a América los aportes científico­s cambian los conceptos que se tenían sobre la raza

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HELENA CORTÉS GÓMEZ
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