El Colombiano

El trazado que partió en dos el centro de la ciudad

La avenida Oriental, cuyo nombre real es Jorge Eliécer Gaitán, cumple 40 años de haber transforma­do la movilidad en el corazón de Medellín.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Quizás Medellín ha tenido ya dos vidas: una antes y otra después de la creación de la avenida Oriental, el trazado que cruzó y dividió, como una cicatriz, al centro de la ciudad. Fue, mientras se construyó entre 1970 y 1979, una promesa de desarrollo y un ícono de aislamient­o.

El historiado­r Reinaldo Spitaletta, por ejemplo, dice en su libro “Medellín, ¡cómo te siento!” que la Oriental es una “avenida sin identidad” y que su origen, en los 70, cercenó al barrio Prado y lo aisló del Parque Bolívar y la Catedral Metropolit­ana.

Sin embargo, la avenida, que reemplazó a la carrera La Unión, fue la primera vía de alta capacidad, con seis carriles y 3.800 metros de longitud, que nació como una alternativ­a para descongest­ionar a la creciente villa industrial.

La hija del primer Plan Piloto

El origen de uno de los circuitos viales más importante­s comienza a gestarse desde 1950, cuando Medellín recibió de los urbanistas extranjero­s José Luis Sert (español) y Paul Wiesner (austriaco) un Plan Piloto que serviría como directriz al desarrollo futuro.

Este plan, como lo reseñó el estudio “Medellín Evolución Histórico- Demográfic­a” del Departamen­to Administra­tivo de Planeación, procuró establecer una zonificaci­ón estricta y un esquema vial lineal a lo largo del río.

Pero solo hasta 1969, con la consolidac­ión de un nuevo Plan Vial para Medellín, se estableció la jerarquiza­ción de vías según el volumen de tránsito y servicios demandados.

El ingeniero Fabio Botero Gómez recordó en su investigac­ión “La planeación del desarrollo urbano de Medellín, 1955-1994”, que en este estudio del plan vial se propuso un sistema arterial en el núcleo urbano principal, en el que se destacó la conceptual­ización de vías como la avenida Guayabal, el viaducto de la Nutibara, la avenida del Ferrocarri­l y, por supuesto, la avenida Oriental.

Pero fue hasta 1970 que comenzó la creación de esta última, a través del fondo de Valorizaci­ón Municipal que, según Botero, fue un ente con una crucial intervenci­ón en el sistema vial primario. Primero se llamó Transversa­l Oriental y, como lo informó EL COLOMBIANO el 15 de abril de 1970, fue adjudicada a la firma de in

genieros Integral por $1 millón.

Su construcci­ón finalizó en 1979 y fue bautizada bajo un mote conocido por pocos. Como indicó el urbanista Luis Fernando Arbeláez, el verdadero nombre de la avenida es Jorge Eliécer Gaitán, pero hace mucho que eso quedó en el olvido. Dice que, tras su creación, el trazado regular de la ciudad sufrió una transforma­ción total.

Fueron desalojada­s mu

chas viviendas de la centralida­d, la avenida La Playa perdió su continuida­d al igual que calles como Bolivia y Perú. También, añadió el urbanista, desapareci­ó la relación con sectores centrales de la ciudad como Prado y Boston.

A pesar de esto, la Oriental atrajo centros comerciale­s que aún existen, además de quioscos de ventas ambulantes.

Lo cierto es que esta vía insignia, con todos sus contrastes, se ha puesto varios trajes: en la administra­ción de Sergio Fajardo fue vestida con pirámides de colores y años después se convirtió en el eje de los corredores verdes.

Hoy la cambiante avenida, a la que nadie llama por su nombre, muestra otros matices: una lona verde demarca el inicio de las obras de metroplús e impide ver los jardines. Y, aunque hace unas décadas fue suficiente, ahora se queda corta ante el caos vehicular

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