CUIDE LA SUSPENSIÓN
Nuestras calles son una prueba de rallies casi diaria para todos los carros por más reforzada que tengan la suspensión. Las irregularidades del camino, los huecos y los resaltos sin normatividad técnica son un reto para este sistema. La idea es no “comerse” los reductores de velocidad provocando que los amortiguadores y los espirales se compriman en sus topes, así como los brazos de dirección, rótulas y tijeras. Lo mejor es pasar estos obstáculos a la mínima velocidad pues esa es la idea con tenerlos allí. Un golpe seco puede reventar un resorte o hacerle perder aceite, torcer un brazo o hasta un eje de transmisión, lo cual, incluso, puede provocar el que no podamos continuar la marcha. Un mal hábito, a la hora de la conducción, es el de no tomar el volante con las dos manos. Primero que todo este modo de manejo tiene cierto peligro a la hora de una maniobra de emergencia para controlar la dirección y segundo, solemos reposar la mano que no utilizamos sobre la barra de cambios, conducta también nociva para la vida de los componentes de este sistema. La recomendación es que la palanca solo se toque cuando vayamos a hacer los cambios, sobre todo en un automóvil con transmisión mecánica. Ejercer presión con el peso de la mano genera un trabajo extra en los componentes del sistema de la caja, principalmente los sincronizadores, y su consecuente desgaste. Un arreglo de este sistema nunca es barato pues hay que destapar la caja o, en el peor de los casos, bajarla de la carrocería, lo cual deriva en un alto costo de la mano de obra.