El Colombiano

CUIDE LA SUSPENSIÓN

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Nuestras calles son una prueba de rallies casi diaria para todos los carros por más reforzada que tengan la suspensión. Las irregulari­dades del camino, los huecos y los resaltos sin normativid­ad técnica son un reto para este sistema. La idea es no “comerse” los reductores de velocidad provocando que los amortiguad­ores y los espirales se compriman en sus topes, así como los brazos de dirección, rótulas y tijeras. Lo mejor es pasar estos obstáculos a la mínima velocidad pues esa es la idea con tenerlos allí. Un golpe seco puede reventar un resorte o hacerle perder aceite, torcer un brazo o hasta un eje de transmisió­n, lo cual, incluso, puede provocar el que no podamos continuar la marcha. Un mal hábito, a la hora de la conducción, es el de no tomar el volante con las dos manos. Primero que todo este modo de manejo tiene cierto peligro a la hora de una maniobra de emergencia para controlar la dirección y segundo, solemos reposar la mano que no utilizamos sobre la barra de cambios, conducta también nociva para la vida de los componente­s de este sistema. La recomendac­ión es que la palanca solo se toque cuando vayamos a hacer los cambios, sobre todo en un automóvil con transmisió­n mecánica. Ejercer presión con el peso de la mano genera un trabajo extra en los componente­s del sistema de la caja, principalm­ente los sincroniza­dores, y su consecuent­e desgaste. Un arreglo de este sistema nunca es barato pues hay que destapar la caja o, en el peor de los casos, bajarla de la carrocería, lo cual deriva en un alto costo de la mano de obra.

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