LAS CONSECUENCIAS DE LA OPERACIÓN MILITAR TURCA
Trump y su retiro de las tropas estadounidenses de Siria alargarán un conflicto que parecía estar en su ocaso. Aparte de estar allí para combatir al Estado Islámico, las tropas jugaban un rol de tapón entre dos rivales: Turquía y los kurdos.
Sin Estados Unidos en medio, el presidente turco Erdogan inició una operación militar en Siria para combatir, junto a rebeldes sirios aliados, a las milicias kurdas que llama terroristas. Igualmente, planea devolver de dos a tres millones de refugiados sirios que están en Turquía.
La Turquía moderna se creó con la idea de: una-nación-unEstado, excluyendo a los millones de kurdos dentro del país. A los kurdos se les prohibió hablar su lengua, se les persiguió, se les reprimió, y para el Estado turco su agenda es percibida como una amenaza. Por eso, desde los 80, lleva una guerra contra estos dentro de su territorio, y los combate también fuera de sus fronteras. Ahora, lo hace al noreste de Siria.
Esta intervención aumentará aún más los desplazados, refugiados, y las muertes civiles en una de las peores catástrofes humanitarias del siglo. La ONU ya registra 160.000 desplazados, (potencialmente 400.000), mientras fuentes kurdas hablan de bombardeos turcos a zonas civiles y cientos de muertos. Esto a solo días de haber comenzado la operación.
Asimismo, el Estado Islámico amenaza con recuperar fuerzas. Aunque los kurdos hayan derrotado y capturado a miles de combatientes del grupo yihadista, no cuentan con las capacidades de proteger los campos de detención y de defenderse de la agresión turca al mismo tiempo.
El terreno está servido para que el Estado Islámico recupere su poder operativo. Estos anunciaron una nueva campaña en Siria, pusieron un carro bomba en la ciudad de Qamishil, y ya 785 personas afiliadas escaparon del campo Ain-Issa.
Además, devolver a millones de refugiados sirios al norte del país, que son en su mayoría árabes, sería un golpe letal al tejido social de esta región de mayoría kurda. Turquía, con el fin de debilitar a los kurdos, se aprovecharía de las tensiones árabe-kurdas, devolviendo refugiados a la misma guerra de la que escapaban.
Aun así, la comunidad internacional poco o nada hará. Ankara amenaza a Europa diciendo que, si pone obstáculos a la operación, dejará pasar una ola de refugiados al continente europeo. De Washington, además de sanciones económicas inútiles, nada se espera después de haber dejado a los kurdos a su suerte. Incluso Rusia, su supuesto rival, ya está reemplazando sus posiciones en Siria y afianzando su control sobre el país.
Los pasados acercamientos entre Irán, Rusia y Turquía para propiciar una nueva constitución siria, parecen, en vez de haber promovido una carta magna, haber establecido las condiciones para que la intervención turca pueda darse sin impedimentos regionales. Ergo, de la región poco se puede esperar.
Los kurdos, más allá de defenderse o de atacar Turquía desde adentro, no mucho pueden hacer. Inclusive por temas de supervivencia, sin mucho peso en las negociaciones, se vieron obligados a escoger entre Al-Asad o la muerte. En este escenario, el régimen sirio gana y los kurdos pierden. Lastimosamente en Oriente Medio, sin el apoyo de una potencia, los pueblos quedan a merced de invasiones y ocupaciones