La energía tendrá parque
Medellín desarrollará un espacio tecnológico enfocado en la eficiencia energética y el consumo responsable. Hacerlo en tres años, el reto.
Cuando una persona prende un calentador de agua para bañarse, ahí existe un proceso de conversión energética. Que este recurso no se malgaste depende del uso de tecnologías de buena calidad, pero también de conciencia ambiental
Esta explicación la da el profesor Andrés Amell de la Universidad de Antioquia, coordinador del Grupo de Ciencia, Tecnología y Uso Racional de la Energía (Gasure).
El grupo que lidera Amell ganó una convocatoria internacional del programa Euroclima+ por 1,5 millones de euros para adelantar un proyecto de eficiencia energética.
No lo hizo solo: el logro fue posible junto al Grupo de Termodinámica Aplicada y Energías Alternativas —Tayea— de la Universidad Nacional (en cabeza del docente Farid Chejne) y la estrategia Colombia Productiva del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
¿Y eso de eficiencia de qué se trata? La energía está en la base de todo. Aquí otro ejemplo: imagine un cuarto con capacidad de iluminación para 20 puestos de trabajo en el que solo laboran dos personas. Ahí hay un derroche del recurso.
De eso se trata ser eficaz con la energía: su uso racional permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ( porque la mayor parte de la energía que se utiliza en el mundo es calor obtenido de la combustión de combustibles fósiles).
Así será el parque
Con el dinero que estas tres entidades consiguieron—casi 5.600 millones de pesos— construirán un parque tecnológico que busca ofrecer demostraciones de tecnologías de alta eficiencia energética.
El programa EuroClima+ es financiado por la Unión Europea para promover el desarrollo sostenible y seleccionó ocho proyectos en Latinoamérica para promover las energías renovables, luego de un proceso de convocatoria que inició en junio de 2018.
El plan que presentaron estos dos grupos de investigación fue el único seleccionado en Colombia y está encaminado hacia la eficiencia de procesos en el sector industrial, que según Chejne hoy tiene una pérdida de energía que puede superar el 50 o el 60%.
Eso significa, entre otras cosas, que no hay programas eficaces, perdura la obsolescencia en los equipos y tampoco hay recuperación del desecho de energía.
Los investigadores identificaron una ausencia de información que nos les permite a los empresarios establecer cuáles son las opciones más modernas en este ámbito. También barreras culturales: la costumbre en la industria (y hasta en casa) ha sido ese acto de reprocesar y reutilizar los artefactos sin entender que cuando un aparato acumula vida útil inevitablemente se vuelve más ineficiente.
De ahí vino la idea del parque tecnológico y científico: estas tres entidades quieren generar un espacio donde puedan probar tecnologías en condiciones reales de procesos o simuladas, para que empresarios o industriales las vean en funcionamiento y se convenzan de que vale la pena hacer la reconversión.
¿Cómo se vería el lugar? Aunque aún no se ha definido su ubicación, Chejne explica que el visitante encontraría oficinas de desarrollo y laboratorios para los grupos de investigación. También habría un espacio en donde estarían ubicados estos prototipos demostrativos. Uno de ellos, por ejemplo, podría ser un mecanismo que enseñara cómo aprovechar la biomasa o los residuos agroindustriales para convertirlos en un combustible o un producto de muy alto valor agregado.
“Ese tipo de tecnologías muchas veces no se llevan a la práctica porque la gente tiene miedo, no sabe cómo funcionan o las ve muy costosas. Este parque ayudaría a eso”.
El segundo espacio que encontrarían los visitantes sería un museo diseñado para explicar el concepto de energía, cómo se derrocha y cómo evitar malgastarla, porque los investigadores saben que el uso racional de este recurso empieza desde la infancia.
La última de las divisiones del parque sería un centro de monitoreo: una especie de plataforma que les permita a los grupos de investigación evaluar la evolución de los consumos de energía en ciertos sectores de la economía. Por ejemplo, entender cómo se utilizan las fuentes de energía en las ladrilleras.
Para estos datos, precisó Chejne, podrían servir de insumo la información de la Unidad de Planeación Minero Energética —UPME—.
El parque tecnológico debe estar listo en tres años. En este periodo también deben dejar una estrategia de sostenibilidad y autofinanciación a futuro, es decir, un flujo de ingresos y un portafolio de servicios que evite que luego desaparezca.
Talento local en marcha
Camilo Fernández de Soto, director de Colombia Productiva, destacó que la implementación de este parque permitirá a la región entender cuáles son las mejores tecnologías para las industrias locales.
“Vemos que acá hay muy buenas ideas, emprendedores. Queremos mirar cómo apalancamos las ideas que tienen en Medellín, esas tecnologías hechas en casa”, dijo.
Precisó que hay un interés más allá de probar los prototipos y es que el nuevo centro de estudios sea un lugar en que niños, jóvenes y cualquier ciudadano acceda al conocimiento, a través de talleres o capacitaciones. Los recursos no son tan cuantiosos como para construir un proyecto tan grande como el Parque Explora, pero sí suficientes para crear un espacio regional que sea referente nacional
“Estas tecnologías no se llevan a la práctica porque la gente no sabe cómo funcionan. Esa es la idea del parque”. FARID CHEJNE Investigador de la Universidad Nacional.