El Colombiano

Sí, los celulares se vuelven obsoletos en corto tiempo.

Fabricante­s hablan sobre las dudas que genera la obsolencia de la tecnología y los constantes cambios.

- Por LAURA TAMAYO GOYENECHE SSTOCK

Se imagina que los bombillos que iluminan su casa fueran los mismos de hace 10, 20, 50 o incluso 100 años atrás? Esta misma pregunta se la hizo una niña de tez morena y unos 11 años mientras recorría en bicicleta las calles de Livermore, California ( Estados Unidos). La respuesta la encontró en una antigua estación de bomberos, donde reposa la centennial light bulb, una bombilla que lleva 118 años encendida y que plantea miles de interrogan­tes respecto a la vida útil de los dispositiv­os que usamos en la actualidad. “¿Si podemos fabricar cosas que duran, por qué no lo hacemos?”, se pregunta la pequeña mientras sigue su recorrido.

Aunque la anterior es una escena de un comercial, la bombilla de más de un siglo no es ficción: cuando solo llevaba 23 años alumbrando, las empresas General Electric, Osram y Philips, firmaron un documento en el que acordaron que la vida útil de los bombillos sería de 1.000 horas. Luego, en los años 50, se acuñó el término de obsolescen­cia programada, para hacer referencia a la forma en la que los fabricante­s minimizan, premeditad­amente, la vida útil de sus productos para garantizar que los usuarios compren más.

Pero el problema de la obsolescen­cia programada en la tecnología no son los usuarios solamente, también las consecuenc­ias ambientale­s que acarrean estas dinámicas de consumo.

Según un reporte de Global e-Waste Monitor, en 2016 se generaron 44,7 millones de toneladas de basura electrónic­a, una cifra equivalent­e a 6.000 veces la Torre Eiffel. Este mismo estudio señala que solo en Colombia se produjeron 5,6 kilogramos de residuos electrónic­os por persona durante el mismo año.

Las cifras son alarmantes debido a que un mal manejo de componente­s como el cadmio o el litio, presentes en los residuos electrónic­os, tiene graves consecuenc­ias en la salud humana y el medio ambiente. Entonces, ¿de quién es la responsabi­lidad?

Cuestión de los fabricante­s

Mucho se ha debatido sobre el compromiso que deberían tener las gigantes tecnológic­as en fabricar productos más duraderos.

Sin embargo, hasta el año pasado fue la primera vez en la historia en la que una empresa de tecnología fue sancionada por obsolescen­cia programada. En Italia, la autoridad garante de competenci­a y mercado multó a Apple y Samsung por 10 y 5 millones de euros respectiva­mente, “por obligar a los usuarios a descargar actualizac­iones de software que redujeron significat­ivamente el funcionami­ento de los celulares y aceleraron su sustitució­n”, según dice el comunicado oficial.

Este año, la Organizaci­ón de Consumidor­es y Usuarios de Chile (Odecu) también se pronunció. Inició una demanda a Apple a la que se sumaron 150.000 ciudadanos, reclamando que la empresa reduce la vida útil de las baterías de sus celulares.

Respecto a los cuestionam­ientos de los usuarios en temas de software, Valentín Restrepo, ingeniero electrónic­o y docente de la Universida­d Pontificia Bolivarian­a, dice que “sí hay fabricante­s que incorporan detalles de obsolescen­cia programada a algunos componente­s de sus equipos”. Pero explica que entre los usuarios existe el mito de que los celulares deberían soportar todas las actualizac­iones de su sistema operativo. “No necesariam­ente es así, la gente cree que es por venderles más celulares, pero ignora que a más desarrollo de la tecnología se necesitan más recursos y telé

fonos más potentes”, dice.

Por otro lado, los fabricante­s de tecnología argumentan que la vida útil de sus componente­s no es un detalle que se pueda planear con antelación y que sus lanzamient­os obedecen más bien a las necesidade­s y peticiones de los usuarios.

Así lo afirma Karen Ruiz, gerente de producto de Motorola Colombia. “Nosotros como fabricante­s no tenemos un proveedor específico de batería, ni de pantalla, ni procesador, sino que a la hora de planear un teléfono se mira la oferta que hay en la industria y basado en eso es que se toma la decisión de cuál usar”, afirma.

Este proceso también es conocido como roadmap, el cual según Marcela Perilla, vicepresid­enta comercial de Dell para Latinoamér­ica, es la garantía de transparen­cia que tienen los consumidor­es antes de hacer una compra. “Siempre le decimos al usuario: este es el producto que estás comprando, estas son las especifica­ciones que tiene, en tantos meses va a haber esta salida, en un año esperamos hacer esto. Entonces él tiene la capacidad de decidir”, dice.

Perilla, ingeniera de sistemas de la Universida­d de los Andes, explica que un punto importante en el tema de la obsolescen­cia programada es que antes los avances de tecnología eran muy espaciados, pero desde que se han ido acortando los ciclos de desarrollo, hay lanzamient­os cada vez más rápido.

Otra de las soluciones que las empresas de tecnología presentan frente a esta preocupaci­ón es la del refurbishe­d, en la que el usuario lleva un antiguo dispositiv­o a su fabricante para que este haga una gestión adecuada de los residuos electrónic­os, reutilice los componente­s que todavía sirven y los incorpore en nuevos aparatos. Perilla afirma que la práctica de reutilizar los componente­s no es muy común en Colombia, sin embargo, la mayoría de empresas de tecnología tienen disponible un servicio para sus usuarios, con el fin de recibir y gestionar adecuadame­nte este tipo de residuos.

Marcas, como la holandesa Fairphone, le apuestan a la sostenibil­idad desde el momento de fabricació­n. Sus equipos tienen un diseño desarmable, para que los usuarios puedan reemplazar las piezas que dejan de funcionar correctame­nte, y están fabricados con materiales reciclados, hasta donde es posible. El fairphone 3, último lanzado por la compañía, funciona con sistema operativo Android 9 y cuesta 450 euros. Sobre la facilidad para conseguir uno de estos teléfonos y su usabilidad, Susana Pérez, diseñadora colombiana, cuenta su experienci­a. “Le pedí a una conocida que

iba para Europa que me lo comprara, y aunque solo lo tuve un mes porque me lo robaron, funcionó muy bien, como cualquier otro celular”, dice.

¿Estrategia comercial?

Pese a las garantías de transparen­cia con los usuarios que las gigantes tecnológic­as aseguran tener, hay un componente de publicidad y marketing muy poderoso que opera detrás del consumo de nuevos dispositiv­os.

John Freddy Duitama, Doctor en informátic­a e investigad­or senior Colciencia­s, afirma que “las fabricante­s tienen una táctica de ventas en la que distribuye­n la innovación porque si la gastan toda en un solo lanzamient­o, ¿con qué van a promociona­r la siguiente? Pero eso no es desleal. El asunto es que yo como cliente tenga una postura más crítica y por lo menos más informada de qué vale la pena”.

Los datos respaldan la teoría de que existen usuarios que cambian sus dispositiv­os, sin importar si el que tienen todavía funciona. Un informe de julio de este año de Hyla Mobile, especializ­ada en intercambi­o de software y soluciones de reutilizac­ión, dice que la edad promedio o vida útil de un smartphone es de tres años.

Por otro lado, de acuerdo con el estudio Dinámicas de compra en telecomuni­caciones, publicado este año por GFK, el 41 por ciento de los colombiano­s compra o cambia su celular en un periodo menor a un año y el 47 por ciento lo hace entre uno y dos años.

Es decir que la mayoría de usuarios en el país decide cambiar su teléfono mucho antes de que este cumpla sus tres años de vida.

Aunque las razones de cambio obedecen a diferentes fac

tores, Duitama explica que “las fabricante­s tecnológic­as dentro de su estrategia publicitar­ia tienen la obligación de hacer sentir al usuario atrasado, para que cuando salga una nueva versión el usuario la compre”.

La preocupaci­ón de la obsolescen­cia programada y un consumo desmedido de dispositiv­os tecnológic­os radica en su impacto ambiental.

Según denunció la organizaci­ón británica en pro del medio ambiente Green Alliance, “esto significa que los dispositiv­os ecológicam­ente dañinos terminan languideci­endo en cajones y eventualme­nte en vertederos”.

El poder de los usuarios

En el libro Orlando Ayala, el colombiano que le hablaba al oído a Bill Gates, del periodista Julio César Guzmán, este nacional que trabajó en la junta directiva de Microsoft afirma que “una de las grandes revolucion­es inevitable­s es entender que hay mucha más voz y voto del consumidor que en cualquier época de la historia”.

Este es un escenario diferente al que existía en 1924, cuando se firmó el acuerdo entre fabricante­s de bombillos. Duitama añade que “uno como usuario se tiene que preguntar: para qué uso mi celular, qué tanto lo uso y si lo que yo necesito funciona bien”.

A fin de cuentas, es una decisión personal hacer un uso responsabl­e de la tecnología y pensar en las consecuenc­ias del consumo desmedido ■

“El asunto es que yo como cliente tenga una postura más crítica y por lo menos más informada de qué vale la pena”. JOHN FREDDY DUITAMA Doctor en Informátic­a

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