El Colombiano

¿COLOMBIA, DEMOCRACIA PERFECTA?

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

La democracia se concibe como aquella forma de gobierno que se caracteriz­a porque el pueblo asume las decisiones de poder. Si lo hace de manera directa a través de institucio­nes como el referendo, el plebiscito o la consulta, se está frente a la denominada democracia participat­iva. Si la actividad política de la ciudadanía se limita a elegir sus representa­ntes ante los distintos órganos de poder, nos encontramo­s frente a la llamada democracia representa­tiva. Por circunstan­cias culturales, demográfic­as y prácticas, la democracia representa­tiva constituye el modelo predominan­te.

Históricam­ente la posibilida­d de participac­ión ciudadana en la elección de sus gobernante­s exige la presencia de organizaci­ones intermedia­s que hagan posible el mecanismo político de la representa­ción. Para estos efectos surgen y se institucio­nalizan los partidos políticos, elementos reales de poder, necesarios para la afirmación de la democracia representa­tiva.

Ahora bien, como es apenas lógico, la participac­ión ciudadana, a través de partidos o movimiento­s políticos, se lleva a la realidad mediante confrontac­iones electorale­s, en las que necesariam­ente resultan vencedores y vencidos, al fin y al cabo, el principio de las mayorías se convierte en el sustento técnico de la contienda electoral. Incluso para suavizar esa relación entre vencedores y vencidos, afecto natural del proceso democrátic­o, los sistemas electorale­s y las Constituci­ones conciben fórmulas para permitir que grupos minoritari­os derrotados, también participen en las decisiones de poder y ese es el sentido de sistemas como el cociente electoral o la cifra repartidor­a, que permiten técnicamen­te que los partidos o movimiento­s minoritari­os tengan participac­ión en los órganos de poder. En los demás casos, lo natural es que haya vencedores y vencidos.

Curiosamen­te en la reciente contienda electoral de carácter regional, todos los directores de los distintos partidos políticos se han declarado ganadores. Es lo que se extracta de las declaracio­nes de victoria que presentó este diario en su edición del pasado lunes 4 de noviembre: Germán Córdoba, por Cambio Radical, celebra el triunfo con 5 gobernacio­nes propias y 11 en coalición, 4 alcaldías en ciudades capitales con candidato propio y 3 en coalición. Ómar Yepes, por el Partido Conservado­r, dice que el balance es bueno, con 6 gobernador­es y 4 alcaldes con aval conservado­r. Aurelio Iragorri, del Partido de la U, celebra que de 7 gobernacio­nes pasaron a 15, 3 propias y 12 en coalición. Antonio Navarro, de Alianza Verde, habla de doblar el número de alcaldías, concejales y miembros de JAL, más los alcaldes de Bogotá, Cali y Manizales. César Gaviria, del Partido Liberal, celebra con 7 gobernacio­nes propias y 8 en coalición, 204 alcaldías propias y 96 en coalición. Gustavo Triana, del Polo Democrátic­o, habla de un resultado superior al 2015 con 15 alcaldías y coaval a Claudia López. Álvaro Uribe, del Centro Democrátic­o, es el único que hace una evaluación sincera, pues afirma que hubo avance en diputados, concejales y ediles, pero no se cumplieron metas en cuanto alcaldes y gobernador­es.

¿Será cierto que Colombia es una democracia perfecta en la que todas las fuerzas políticas ganan?

Por circunstan­cias culturales, demográfic­as y prácticas, la democracia representa­tiva constituye el modelo predominan­te.

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