El Colombiano

NETFLIX DEBERÍA HACER UNA SERIE SOBRE BOLIVIA

- Por ANDRÉS OPPENHEIME­R redaccion@elcolombia­no.com.co

Estimado director de contenidos de Netlix,

Permítame sugerirle: Tras las series de televisión que ustedes han producido sobre los abusos de poder y la corrupción en Brasil, México, Colombia y Cuba, hagan una sobre lo que está pasando actualment­e en Bolivia.

Ya lo sé, Bolivia es un país que sale poco en las noticias, y sus 11 millones de habitantes son un mercado muy pequeño para justificar una de sus mega-produccion­es de decenas de millones de dólares. Sin embargo, si sigue leyendo esto, verá que una serie de televisión sobre la destrucció­n de la democracia en Bolivia podría atraer audiencias en todas partes.

Si no fuera por el hecho de que al menos tres personas murieron y 170 resultaron heridas en los últimos días en las protestas nacionales contra el fraude electoral que resultó en la reelección del presidente

Evo Morales el 20 de octubre, una serie sobre la crisis política de Bolivia podría incluso ser tragicómic­a.

El personaje central sería Morales, un exlíder cocalero que se convirtió en el primer presidente de ascendenci­a indígena de Bolivia en 2006. Pero pronto comenzó a vivir como un rey, volviéndos­e cada vez más egocéntric­o y acaparando casi todos los poderes.

Morales se compró un lujoso avión presidenci­al de $38 millones de dólares, y construyó un grandioso palacio presidenci­al de 29 pisos, uno de los más altos de la capital. También construyó un museo de US$7.1 millones, el más grande del país, para glorificar la historia de su vida, lo que llevó a sus críticos a llamarlo en son de burla “Ego” Morales.

A pesar de que la Constituci­ón de Bolivia solo le permitía gobernar por dos mandatos consecutiv­os, Morales cambió la Constituci­ón para postularse para un tercer mandato. Luego, en 2016, convocó un referéndum nacional para cambiar la Constituci­ón y postularse para un cuarto mandato.

Cuando Morales perdió ese referéndum, ideó una nueva excusa para aferrarse al poder: argumentó que sus derechos humanos serían violados si se le prohibía postularse para un cargo público. El Tribunal Constituci­onal de Bolivia, controlado por él, aprobó su pedido. A partir de ahí la historia se volvió aún más inaudita. A las 8 p. m. de la noche de las elecciones del 20 de octubre, con el 83 por ciento de los votos contados, los resultados oficiales mostraron que Morales no ganaría en la primera vuelta.

De repente, poco después de ese boletín electoral de las 8 p. m., se detuvo el conteo de votos y el sistema permaneció caído por 23 horas. Cuando se reanudaron los boletines con resultados oficiales al día siguiente, la tendencia del voto había cambiado milagrosam­ente a favor de Morales. Poco después, Morales anunció que había ganado en la primera ronda.

Una misión de observació­n electoral de 92 miembros de la Organizaci­ón de Estados Americanos luego dictaminó que la suspensión del conteo de votos era “inexplicab­le” y recomendó celebrar una segunda vuelta. Y el 8 de noviembre, la compañía privada contratada por el régimen de Morales para realizar una auditoría del resultado electoral dictaminó que la elección estaba “viciada de nulidad”.

¿Por qué debería importarle todo esto a quienes no son bolivianos? Porque algunos lí

deres latinoamer­icanos como el presidente de México, An

drés Manuel López Obrador, y el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, se han aliado con las dictaduras de Cuba y Venezuela para felicitar a Morales por lo que describier­on como su “triunfo” electoral, mientras que otros han guardado silencio.

Y porque hay muchos otros ángulos que hacen interesant­e el drama de Bolivia, incluyendo una supuesta amante de Morales que afirmó haber tenido un hijo con él, narcotrafi­cantes, y buscadores de fortuna extranjero­s ansiosos por obtener una parte de las enormes reservas de litio del país.

Lo que está pasando en Bolivia, como lo que sucedió antes en Venezuela y Nicaragua, da para una magnífica serie de televisión sobre el desmantela­miento de la democracia. Mucha gente la vería. Su título podría ser: “Emperador de los Andes”

( Nota informativ­a: aclaramos a nuestros lectores que esta columna de Andrés Oppenheime­r fue escrita antes de conocerse la renuncia de Evo Morales a la Presidenci­a de Bolivia)

Una serie de TV sobre la destrucció­n de la democracia en Bolivia podría atraer audiencias en todas partes.

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