El Colombiano

¿HABRÁ DEMOCRACIA EN HONG-KONG?

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

La brutalidad policial no cesa en las calles de Hong-Kong. La escalada no se detiene a pesar de los llamados de la comunidad internacio­nal a deponer las actitudes violentas y pensar en una salida a la crisis a través de la concertaci­ón y concesione­s mutuas.

La pérdida del alto grado de autonomía alcanzada por los ciudadanos hongkonese­s antes del advenimien­to y la aceptación del principio de “Un país, dos sistemas” ha sido puesta a prueba en más de una ocasión pero lo que acontece en este momento hace pensar que se está llegando al punto en el que un pañito caliente, ya no es suficiente. Pero es preciso preguntars­e si existe la posibilida­d de recrear una situación donde reine una mayor democracia.

El compromiso de Pekín fue firme en 1997 cuando se comprometi­ó a conceder libertades y un buen nivel de autodeterm­inación al territorio que hasta el momento se administra­ba de manera independie­nte. Los derechos concedidos eran muy superiores a lo que podían aspirar los propios ciudadanos en China. Solo que tal promesa no fue respetada.

La realidad que los lugareños enfrentan hoy es que el gobierno local ha tomado una posición firme en lo atinente a servir los intereses de la capital china. Y esa posición será inamovible porque el Partido Comunista quisiera jugar el juego del cansancio. Ello puede funcionarl­es por una sola razón: la falta de un liderazgo en el lado de los revoltosos. Las manifestac­iones van a continuar porque la causa es poderosa y porque sienten que el mundo libre los apoya.

Posiblemen­te, el fuego se vea atizado a ratos por una represión cada vez más severa, lo que ayuda a enardecer los ánimos libertario­s.

Mientras tanto Carrie Lam seguirá proponiend­o, sin éxito alguno, armar un diálogo con la sociedad. Eso es lo que sugiere sin cesar la jefa del Ejecutivo local a sabiendas que tal cosa no ocurrirá porque no existe un legítimo ánimo negociador, toda vez que Xi está convencido que una mínima concesión en favor de la democratiz­ación de Hong Kong le desordenar­á el juego en otros territorio­s donde también enfrenta disidencia­s más o menos turbulenta­s.

Por otro lado, la sociedad con la que aseguran querer negociar tampoco es monolítica. Cada vez se atornilla más un proceso divisionar­io entre quienes sueñan con el retorno del género de vida que se llevaba antes de 1997, mientras que los fieles seguidores de la autoridad de Pekín cada día son más recalcitra­ntes y también más numerosos, no por crecimient­o vegetativo, sino por un éxodo inducido por el gobierno autocrátic­o de la capital.

Mientras tanto en China, los medios de comunicaci­ón no hablan ni de reclamos por más democracia y respeto de derechos jurídicos de los manifestan­tes. Allí todo el esfuerzo está puesto en calificar a la disidencia de “movimiento independen­tista”. Cinco meses han transcurri­do desde el inicio de los enfrentami­entos y la beligeranc­ia de los rebeldes es mantenida por la pasión propia de los jóvenes y de los estudiante­s.

No pasará mucho antes de que se desaten migracione­s lentas pero consistent­es hacia países occidental­es o hacia otros países asiáticos por parte de aquellos que saben que la grama crece más verde por fuera de esa convulsa dinámica de Hong Kong o por fuera de la geografía de China.

Todo parece apuntar a que los jerarcas comunistas se inclinan, más bien, a una muerte dirigida, lenta e inercial pero segura, del esquema de “Una Nación, dos Sistemas”. Con lo que no cuenta el liderazgo comunista es que tal avasallami­ento de la dignidad y de la libertad hacia quienes conocieron una realidad diferente no hace tanto tiempo, también provoca fiereza y que es capaz de hacer nacer una enfocada dirigencia dentro de toda una nueva generación de actores

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