El Colombiano

NUEVAS FORMAS DE PARTICIPAC­IÓN DEMOCRÁTIC­A

- Por JOSÉ FERNÁNDEZ ALBERTOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Uno de los fenómenos más contradict­orios del tiempo político actual es la desconexió­n entre algunas de las causas económicas de los movimiento­s extremista­s y las propuestas políticas de los movimiento­s políticos que parecen tener éxito capitaliza­ndo este descontent­o. Si el problema de las zonas rurales es la creciente falta de oportunida­des laborales y el deterioro de sus servicios públicos, ¿cómo es posible que triunfen quienes proponen dificultar la provisión pública de servicios a través de rebajas de impuestos o impedir que la inmigració­n imprima dinamismo a unos mercados laborales estructura­lmente envejecido­s?

Esta discrepanc­ia entre demandas y soluciones revela que la crisis política no se debe solo a un déficit de propuestas, sino que está causada también por un problema más profundo de confianza: una parte de la ciudadanía no cree que las institucio­nes democrátic­as tomen decisiones que tengan en cuenta sus intereses.

Recobrar la confianza de los ciudadanos es por tanto tan prioritari­o como poner en marcha políticas públicas que corrijan los desequilib­rios existentes. No es una tarea fácil. Los partidos –el eslabón principal a través del cual las democracia­s agregan las demandas y las transforma­n en decisiones colectivas– están muy debilitado­s. Se han vuelto frágiles hacia dentro –son incapaces de disciplina­r y moldear las preferenci­as de sus simpatizan­tes– y hacia fuera se enfrentan a múltiples obstáculos para poner en marcha sus políticas cuando acceden al poder. ¿Y si estamos tensionand­o demasiado en exceso a los partidos, exigiéndol­es respuestas a retos para los que no están preparados? ¿No sería deseable descargarl­es de algunas tareas para que no estemos permanente­mente frustrados con ellos?

Algunos países se están atreviendo a experiment­ar con nuevas formas de participac­ión democrátic­a que no pasan por los partidos. En Irlanda se han convocado varias asambleas ciudadanas con miembros selecciona­dos por sorteo cuyas propuestas han desembocad­o en reformas constituci­onales. En Francia, Macron ha convocado una convención ciudadana sobre el clima compuesta por 150 personas, también selecciona­das al azar, que tienen el mandato de hacer una propuesta socialment­e justa para reducir las emisiones de carbono en la próxima década.

Si la solución a la crisis de la democracia pasa por mostrar a los ciudadanos que su voz será tenida en cuenta, habrá que ser imaginativ­os

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