¿Lo sabía? Hay azúcares esenciales para la vida en los meteoritos.
Es una posibilidad para algunos científicos: un equipo internacional encontró azúcares esenciales para la vida en meteoritos. Se suman pistas para entender de dónde venimos.
Los humanos han observado los cometas durante miles de años porque sus órbitas los han traído a corta distancia visible desde la Tierra. Las misteriosas luces salían de la nada y desaparecían luego de un corto periodo de tiempo, según sugieren registros históricos de mucho antes de que existieran los telescopios.
En aquellas épocas se veían alejados de lo que sucedía en el planeta, pero la curiosidad humana ha desentrañado cómo es que estos objetos interplanetarios están conectados con la humanidad, al igual que los asteroides: la Tierra comparte la misma historia planetaria que ellos. Además es posible que hayan sido los mensajeros de los componentes de la vida.
Pedro Deaza, magíster en astronomía, profesor de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá y miembro de la sección de cometas de la Liga Iberoamericana de Astronomía, cuenta que “Lucio Aneo
Séneca fue el primero en interpretar acertadamente las observaciones. Los identificó como objetos del sistema solar y sus colas en dirección opuesta al sol. Posteriormente, durante siglos no se alcanzó una mayor profundidad en la comprensión de los cometas hasta la revolución Newtoniana, que condujo a la predicción aproximada del periodo orbital del Halley por parte de Edmundo Halley”.
El profesor explica que con la formalización de los métodos de la mecánica celeste (el entendimiento del movimiento de objetos interplanetarios desde la física) de Gauus, Laplace y Encke inició una época gradual de oro en el estudio de los cometas. “Desde 1950 y 1960 ingresamos a la época del mejoramiento de las técnicas observacionales y en las últimas cuatro décadas, más con la exploración in situ”. Y precisamente estas exploraciones en cometas y asteroides han permitido que se confirme la presencia de moléculas orgánicas.
Hay decenas de naves espaciales que los han estudiado y un par de ellas que se han posado y los han impactado para estudiar los remanentes de lo que hay en su interior.
Recientemente datos de las naves espaciales que llegaron a la superficie de los asteroides primitivos Ryugu y Bennu –Hayabusa2 de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón y la nave espacial OSIRIS-REx de la Nasa– ayudaron a encontrar muestras sorprendentes que a la vez dan pistas sobre los orígenes del vecindario cósmico.
Estos equipos internacionales de investigadores hallaron azúcares (ribosa) esenciales para la vida en objetos distantes de la Tierra. Publicaron sus resultados el 18 de noviembre en la revista académica Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS). El descubrimiento se suma a la creciente lista de compuestos biológicamente importantes que se han identificado en meteoritos, lo que respalda la hipótesis de que las reacciones químicas en los asteroides, los cuerpos principales de muchos meteoritos, pueden producir algunos de los ingredientes de la vida.
“Otros componentes básicos claves se han encontrado en meteoritos, incluidos aminoácidos (componentes de proteínas) y nucleobases (componentes de ADN y ARN), pero los
azúcares han sido una pieza faltante entre los principales componentes básicos de la vida”, dijo en comunicado de prensa Yoshihiro Furukawa, de la Universidad de Tohoku, Japón, autor principal del estudio. “La investigación proporciona la primera evidencia directa de ribosa en el espacio y sugiere su entrega del azúcar a la Tierra. El azúcar extraterrestre ha contribuido a la formación de ARN en la Tierra prebiótica que posiblemente condujo al origen de la vida”.
El ADN es la plantilla para esta, y contiene las instrucciones sobre cómo construir y operar un organismo vivo. El ARN también transporta información y muchos investigadores piensan que evolucionó primero y luego fue reemplazado por ADN. Esto se debe a que las moléculas de ARN tienen capacidades que no tiene el ADN. El ARN puede hacer copias de sí mismo sin “ayuda” de otras moléculas, y puede iniciar o acelerar las reacciones químicas como catalizador. El nuevo trabajo proporciona algunas pruebas para respaldar la posibilidad de que el ARN coordinara la maquinaria de la vida antes que el ADN.
Más que lunas y planetas
Al pensar en ese modelo del sistema solar que hizo en el colegio es probable que imagine ocho planetas orbitando el Sol, pero entre Marte y Júpiter hay una multitud de objetos astronómicos de formas irregulares, denominados asteroides, y cuerpos enanos como Ceres. Más allá de Neptuno, en zonas heladas, hay un anillo formado por trozos de hielo que tienen tamaños diversos, desde pequeñas canicas hasta colosales cuerpos del tamaño de ciudades enteras. Así mismo miles de veces más lejos en los confines del sistema solar se halla una nube esférica de pequeños fragmentos y gases.
Muchos de estos antiguos cúmulos de polvo estelar son restos de la formación del sistema solar de hace 4.600 millones de años, mientras que otros más distantes incluso podrían provenir de un sistema vecino como sugieren investigadores que han estudiado al asteroide 1I´Oumuamua y al cometa 2IBorisov.
Según Deaza, “al parecer en todo
sistema solar en el que haya vida, habría también un sinnúmero de cometas y asteroides”.
Y es que hay procesos químicos en todas partes. El material para formar vida abunda, pero aún se desconoce cómo la biología podría haber surgido de procesos químicos no biológicos.
En los escombros de un meteorito que se desintegró en la atmósfera de la Tierra encontrado en Canadá en 2014 se hallaron aminoácidos. Estos son los principales componentes activos en las células vivas, desde las bacterias hasta las ballenas azules, dice Andrés Ruiz, astrobiólogo y divulgador científico del Parque Explora.
Haber detectado una molécula tan frágil como la ribosa en un material tan antiguo como los asteroides tiene en vilo a los astrónomos. Estas señales se podrán estudiar a fondo cuando el material sea traído de vuelta por las misiones Hayabusa2 de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón y la nave espacial OSIRIS-REx de la Nasa. Tal vez la teoría de la panspermia que sugiere que la vida vino de asteroides y cometas, se fortalezca con las nuevas evidencias encontradas allá, entre Marte y Júpiter, y más allá de Neptuno ■