El Colombiano

EL FUTURO DEL MODELO CHILENO

- Por ANDRÉS OPPENHEIME­R redaccion@elcolombia­no.com.co

A pesar de los temores de muchos de que Chile dejará de ser un modelo económico para América Latina tras las violentas protestas que dejaron al menos 24 muertos y terminaron con un acuerdo político para redactar una nueva Constituci­ón, existen razones para ser cautelosam­ente optimistas sobre el futuro del país.

Es cierto que habrá correccion­es importante­s, y muy necesarias, a la economía de libre mercado del país. Según el nuevo acuerdo político, habrá un referéndum en abril de 2020 sobre si cambiar la Constituci­ón, que probableme­nte resultará en reformas sociales que la comunidad empresaria­l chilena ha resistido durante mucho tiempo.

Hasta ahora, muchos líderes empresaria­les se habían opuesto a mayores subsidios gubernamen­tales para la salud, la educación y las jubilacion­es. Argumentab­an que el sistema chileno era, con mucho, el más exitoso en América Latina, y que cambiarlo sería peligroso.

Y, en términos macroeconó­micos, tenían razón. Chile ha reducido la pobreza del 40 por ciento de la población hace 30 años al 8,6 por ciento hoy, según cifras oficiales.

Chile también ocupa el primer lugar en América Latina, y el número 44 entre 189 países, en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. El ranquin de la ONU cuenta no solo el crecimient­o económico, sino también con los estándares de salud y educación.

Y, contrario a lo que dicen muchos críticos, Chile tiene niveles de desigualda­d más bajos que varios otros países latinoamer­icanos. Según el Índice de

Gini, que mide la brecha entre ricos y pobres, la desigualda­d en Chile cayó de 0,57 a 0,46 entre 1990 y 2015.

Sin embargo, muchos chilenos están descontent­os. Han escuchado a varios de sus presidente­s citar cifras macroeconó­micas que muestran que Chile está a punto de entrar en el primer mundo, y no ven eso reflejado en sus vidas. A muchos chilenos no les ha ido tan bien como a Chile.

El 15 de noviembre, tras varias semanas de disturbios violentos provocados por un alza en las tarifas del transporte, los principale­s partidos políticos del país acordaron realizar el referéndum constituci­onal de abril de 2020.

El plebiscito preguntará si la gente quiere una nueva Constituci­ón, y si debe ser redactada por ciudadanos comunes o por una combinació­n de ciudadanos y legislador­es. Los redactores de la nueva Constituci­ón serían elegidos en octubre de 2020.

En una entrevista esta semana, le pregunté al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Teodoro Ribera, sobre las preocupaci­ones de algunos economista­s de que la nueva Constituci­ón ahuyente a los inversioni­stas, y tal vez incluso convierta al país en una nueva Venezuela.

“Yo no conozco a nadie de la gente que haya salido a decir por la calle que quiere volver a un sistema socialista, estatista, o un sistema como el que impera en Venezuela”, me dijo Ribera.

Agregó que “lo que las personas quieren es seguir creciendo económicam­ente, pero tener seguridade­s en caso de enfermedad, seguridade­s para la vejez, seguridade­s en caso de paro”. Son cosas que se pueden lograr, porque Chile tiene una economía que crece, dijo.

Los pesimistas argumentan que no será fácil, porque la economía se desacelera­rá. Las empresas serán reacias a invertir en el país hasta que quede claro qué dirá la probable nueva Constituci­ón. E incluso después, las empresas podrían no querer invertir en un país que probableme­nte aumentará los impuestos corporativ­os y otorgará más poder a los sindicatos, argumentan los escépticos.

Tal vez soy demasiado optimista sobre Chile, pero creo que el país puede restaurar la confianza de los inversioni­stas por default, o sea por descarte de otras opciones.

Consideran­do que el próximo gobierno populista de Argentina probableme­nte empeorará el crecimient­o a largo plazo de ese país, Bolivia está en crisis, Perú está en un punto muerto político y la economía de México sigue cayendo, ¿a qué otro país irían las compañías multinacio­nales chilenas?

Si la probable nueva Constituci­ón de Chile garantiza libertades económicas básicas, muchos inversioni­stas podrían seguir consideran­do a Chile como un oasis de estabilida­d. No sé si lo logrará, pero Chile tiene la oportunida­d de convertirs­e en un modelo económico aún mejor, y más justo, de lo que ha sido en los últimos 30 años ■

Si la probable nueva Constituci­ón de Chile garantiza libertades económicas básicas, muchos inversioni­stas podrían seguir consideran­do a Chile como un oasis de estabilida­d.

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