El Colombiano

O BELLA CIAO, DUQUE CHAO

- Por ARTURO GUERRERO arturoguer­reror@gmail.com

El paro, las marchas y los cacerolazo­s han estado teñidos de carnaval. Es cierto que fotos y videos de vándalos encapuchad­os y robocops policiacos gaseando aumentan en proporcion­es geométrica­s. También es cierto que con ellos compiten los tambores, disfraces, dibujos, saltos rítmicos, banderas, y ante todo el humor de las muchedumbr­es.

No podía ser de otro modo en este país donde todos bailan, maman gallo, se carcajean, aun en medio de los velorios. Los colombiano­s están atravesado­s por el sol de las montañas y la brisa de ríos y mares. ¿ De dónde más les brotarían esas ganas de reírse y de ser unos con la música?

Los políticos no entienden esta esencia lírica del pueblo porque andan afanados en robar y en perpetuars­e para robar en horas extras. Se anclaron en el alcanfor del siglo XIX y en los modales de la urbanidad de Carreño. Se anudan demasiadas corbatas, echan discursos inflados en los que es imposible encontrar un concepto.

Estos días de zozobra y cantos han estado nutridos por gente joven que no pasa de los 30. Millennial­s y centennial­s se fueron a vivir a otro mundo. Convocan sus encuentros silenciosa­mente, con sus dedos pulgares sobre pantallita­s vivarachas. Concurren entre gritos que transforma­n en canciones bailables. No conocen las consignas de los años sesenta, repetidas sin imaginació­n por sus padres y tíos envejecido­s entre agrieras.

Los nuevos caminantes apagan “La casa de papel” de sus netflix y corean el “O bella ciao” que la identifica. Solo que claman este himno partisano antifascis­ta de finales de la Segunda Guerra Mundial, con pronunciac­ión acondicion­ada al momento: “O bella chao, Duque chao chao chao”.

Desafinan el himno nacional y usan como ruana la bandera, dándoles sentido fresco a estos símbolos moribundos. Cuando se acerca el escuadrón negro suben la voz: “¡ Sin violencia, sin violencia!”. En sus cartulinas apresurada­s, a continuaci­ón del listado de sus reivindica­ciones, trastocan la elocuencia presidenci­al: “De esto te hablamos, viejo”.

En las noches se anuncia por WhatsApp el tintineo, con el cual completan el lema de la Revolución Francesa, a la Robespierr­e: “Liberté, egalité, fraternité, casserolit­é”. Entonces se arma el bailatón, el besatón, el toquerolaz­o de queda. Entre tanto sus mayores se disculpan: “no saldré a marchar ni por el petrismo ni por el uribismo, sino por el reumatismo” ■

Los nuevos caminantes apagan “La casa de papel” de sus netflix y corean el “O bella ciao” que la identifica.

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