Nuestro Rock al Río
En este país necesitamos más música, no hay duda de eso. Música para todo. Para las mañanas, las tardes y las noches, para la rabia y la desesperanza, para apaciguar los problemas y alimentar el espíritu, para la catarsis y el desahogo. Para vivir. Desde hace años, hacer música en vivo es más que un negocio comercial masivo, se ha convertido en un motor para el encuentro y el desarrollo cultural, eso lo han entendido las entidades gubernamentales, por suerte. En ese mismo camino hace 14 años, nació una propuesta de festival musical y cultural en el Oriente antioqueño, en Rionegro, llamado Rock al Río, un espacio que inicialmente se propuso como un pequeño concierto de metal con bandas de la región y un tiempo después se convirtió en sueño-realidad, y pasó de ser un proyecto para acceder a recursos públicos, a una propuesta de gran festival para impulsar las bandas de Rionegro y los municipios cercanos. Ya en 2008 se realizó su primera edición internacional con la presencia de de Argentina como artista invitado, y fue desde ese momento que el festival creció y se convirtió en una propuesta con bandas locales, nacionales e internacionales. Por este bello espacio han pasado propuestas como Reincidentes, Los Toreros Muertos, Total Chaos, Carajo, La Pestilencia, Aterciopelados, Estados Alterados, Masacre, I.R.A, Bajo Tierra, Nadie, entre muchas otras. Una historia invaluable de sonidos y amores. Rock al Río organiza su proceso por componentes, uno de ellos el musical, que es transversal a todo el festival; también uno académico, con la formación de los artistas que participan; uno deportivo con el torneo de skate, y uno social-ambiental, que el mismo público ayuda a construir. A pesar de tantas cosas buenas y de llegar a su edición número catorce con la construcción de identidad cultural, con la formación de músicos, productores, periodistas, sonidistas, gestores y, además con la movilización de turismo nacional, el festival está pendiendo de un hilo.